ESPAÑA

Zapatero llega a su quinto Debate de la Nación con el depósito en reserva

El PP aspira a que su líder salga de la contienda en el Congreso investido como presidente 'in pectore'

MADRID. Actualizado: Guardar
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No hay quinto malo, dicen los taurinos, pero para José Luis Rodríguez el vaticinio no se perfila tan optimista en el Debate sobre el estado de la Nación que comienza hoy. El líder socialista se subirá a la tribuna del Congreso para pasar el examen a su último año de gobierno y tiene razones para los nervios. Por primera vez, no va a encontrar el hombro amigo de ningún portavoz y el que menos leña le dará pedirá que haga las reformas pendientes, convoque elecciones y se vaya. Y es que la hondura de la crisis y la tormenta desatada por el 'Estatut' han engordado una factura muy difícil de pagar.

Que va a ser un debate a cara de perro, no cabe la menor duda. El portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, vaticinó ayer que «será duro» y desde el entorno de Mariano Rajoy se anticipó que el líder del PP «estará duro». Muy lejos queda aquel beatífico estreno de Zapatero en estas lides, en 2001, cuando su aportación en el duelo con José María Aznar, para pasmo de éste, fue la propuesta de conmemorar el cuarto centenario del El Quijote y rendir un homenaje a la lengua española. Ahora el cara a cara se juega en terreno embarrado y sin concesiones. El 'fair play' ya no tiene cabida.

Será además, con toda probabilidad, el penúltimo Debate sobre el estado de la Nación para uno de los dos -el último será el del próximo año-. El que pierda las elecciones generales de 2012, en el bien entendido de que ambos serán los candidatos, se irá a su casa, y los socialistas o los populares tendrán otro líder. Zapatero y Rajoy saben pues que se juegan mucho en el envite, el primero, dar la vuelta a la tortilla de las encuestas y recuperar crédito ciudadano, el segundo, demostrar que es una alternativa real y no sólo retórica para gobernar.

El jefe del Ejecutivo tiene un problema añadido en el páramo de alegrías que atraviesa y no es un inconveniente menor. No tiene ases en la manga que sacar; no tiene, por ejemplo, el cheque-bebé de 2.500 euros que colocó sobre la mesa hace tres años, tampoco puede vender esperanza para acabar con ETA, como hizo en 2005 y 2006, ni prometer ayudas para estimular el consumo, como los 500 euros para la compra de automóviles o los 5.000 millones del 'plan E' para trabajos de infraestructura municipales que comprometió el año pasado.

Vuelco al marcador

Pero si bien es cierto que no tendrá oportunidad de dar buenas noticias tampoco se prevé que dé malas. Es improbable que anuncie nuevas medidas de ajuste, que de adoptarse se plasmarían en los Presupuestos de 2011, ni innovaciones fiscales, el traído y llevado impuesto para los ricos, parece que aún tendrá que esperar.

Rajoy también se la juega. Tiene la mejor oportunidad para dar la vuelta a un marcador adverso de cuatro a cero, que es el resultado de los anteriores Debates sobre el estado de la Nación, alguno con triunfo holgado, como en 2006, cuando más de la mitad de los ciudadanos encuestado por el CIS situaron a Zapatero como ganador. El líder de la oposición, esperan en el PP, tiene que dar el do de pecho, y aunque la tesis oficial es que el que se examina es el jefe del Ejecutivo, en su partido confían en salir del hemiciclo con un presidente 'in pectore', algo que requiere propuestas y medidas más que críticas y reproches.

En contra de lo que se pudiera pensar hace unas semanas, el peor momento para Zapatero puede surgir, sin embargo, con los portavoces de las fuerzas catalanas, en especial con el representante de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, a propósito del 'Estatut'. La sentencia del Constitucional, que encontró elementos de nulidad en 14 artículos y de interpretación en otros 27, incendió los ánimos de un nacionalismo catalán que exigirá explicaciones al presidente del Gobierno. Recordará, por ejemplo, que Zapatero se comprometió hace siete años a aceptar el marco de autogobierno que aprobara el 'Parlament', y no sólo no fue así porque rebajó el texto durante el trámite en el Congreso sino que permitió que un Constitucional 'desacreditado' y en funciones resolviera el recurso del PP.

A la que no se espera en el debate del Congreso es a ETA. En 2005, 2006 y 2007 fue uno de los ejes de la confrontación parlamentaria entre el presidente del Gobierno y el líder opositor por el diálogo de los socialistas con la organización terrorista. Ahora existe una sintonía que, salvo los coletazos de la vieja guardia 'aznarista', ha puesto el asunto fuera de la confrontación partidista.