Un presidente del Gobierno en busca de credibilidad
El líder del PSOE se aferra a su calendario de reformas estructurales para hilvanar acuerdos
MADRID. Actualizado: GuardarNunca la confianza de los españoles en su capacidad para dirigir los designios de España había sido tan baja y nunca su palabra había sido tan puesta en cuestión por el conjunto de los grupos parlamentarios. José Luis Rodríguez Zapatero se ha marcado ahora el objetivo de rehacer su discurso para recomponer relaciones y el Debate sobre el estado de la Nación es, según sus colaboradores, el primer peldaño de una escalera que acabará en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.
En el Gobierno se insiste en que esta sesión será un punto de inflexión, que lo que en ella ocurra marcará «un antes y un después», pero en realidad nadie espera grandes sorpresas ni conejos en la chistera. Lo que Zapatero pretende es saldar el déficit de credibilidad que ya arrastraba desde que, en el arranque de la legislatura, se empeñó en negar la crisis. Tras el 'volantazo' impuesto a su política económica hace tan solo dos meses, apuntalará una hoja de ruta labrada de reformas estructurales.
La originalidad y los golpes de efecto están ya devaluados. El jefe del Ejecutivo persigue en estos momentos constuir una imagen de fiabilidad y sabe que eso es una carrera de fondo. Por eso las líneas maestras de su discurso se asentarán sobre la reforma del sistema de pensiones, la del mercado laboral, la del sistema financiero y la del sector energético. Medidas de calado ya esbozada que son, a su juicio, el mejor gancho para un respaldo, siquiera escéptico, de los grupos nacionalistas catalán y vasco, y que aspira a tener listas en el próximo otoño, antes de la aprobación de las cuentas públicas.
En todo caso, el presidente ha preparado su discurso con esmero. El lunes, con buena parte de la tarde dedicada a la recepción de la selección española de fútbol en la Moncloa, anuló la reunión de la Ejecutiva socialista, y se dedicó a trabajar en su despacho sobre los papeles que a lo largo del fin de semana habían remitido a su gabinete los distintos ministerios.
Alta desconfianza
Los socialistas dan por conjuradas las graves amenazas que se cernían sobre la economía española hasta mediados del mes pasado, cuando los mercados de valores la castigaban con denuedo y los rumores de un inminente rescate del FMI reverberaban en toda la prensa europe. Pero saben que esta cita no será fácil.
A la mala coyuntura económica se le haya unido la crisis institucional provocada por la reacción de los partidos catalanes a la sentencia del 'Estatut'. Cuando Zapatero creía apagado el fuego del debate identitario y concluido el desarrollo del Estado de las autonomías, se le ha abierto un nuevo frente al que está obligado a dar respuesta ya durante esta jornada, antes de su reunión con el presidente de la 'Generalitat', José Montilla, el lunes o martes próximos.
Pero lo que sobre todo debe superar el presidente del Gobierno es una crisis de confianza. Según el último informe del CIS, más de la mitad de los españoles (52,2%) consideran la labor del Gobierno "mala o muy mala". Ni Felipe González cosechó tantos recelos. Su consuelo es que la oposición está peor.