Roman Polanski ya ha abandonado su chalé de Suiza. :: EFE
Sociedad

Polanski queda libre

Suiza rechaza extraditarle a Estados Unidos por falta de pruebas concluyentes de la violación de una niña en 1977

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La larga sombra de una supuesta violación que cometió en 1977 contra Samantha Geimer, cuando ésta tenía sólo 13 años, lo perseguía como una pesadilla desde hacía más de tres décadas. Y eso que el suceso ni siquiera le costó dos meses de prisión en Estados Unidos. Le dejaron salir a los 43 días y ya nunca más volvió. Ni al penal californiano ni al propio país. Ni siquiera acudió al Kodak Theatre en 2002 a recoger su Oscar por 'El Pianista', pues intuía que en vez de llegar a la ceremonia acabaría en algunas dependencias policiales de Los Ángeles. A fin de cuentas, seguía pesando sobre él una orden de busca y captura. Hasta ayer.

Después de 33 años -se dice pronto- Roman Polanski ha dejado de ser un prófugo de la Justicia estadounidense después de que las autoridades suizas hayan decidido rechazar su extradición al país americano por falta de pruebas concluyentes sobre aquella presunta violación. Polanski ya es, legalmente, un hombre libre. Fin y títulos de crédito para una pesadilla que había vuelto a revivir con temor en los últimos meses. En mayo de 2009, un tribunal de Los Ángeles se volvió a negar a cerrar el caso si el genial cineasta -autor de obras tan brillantes como 'Chinatown', 'El pianista' o 'La semilla del diablo'- no se presentaba a declarar. No lo hizo. El miedo a terminar con los grilletes puestos pesaba demasiado. Aun así, Polanski no pudo evitar la escena que jamás habría querido rodar. Menos aún protagonizar. En septiembre, la policía suiza lo detuvo para cumplir con la orden internacional de busca y captura. Fue nada más aterrizar en el aeropuerto de Zurich, donde esperaba recoger un premio por el conjunto de sus películas en el festival de cine.

Arresto domiciliario

Después de poco más de dos meses en prisión, el 4 de diciembre fue liberado bajo fianza -pagó tres millones de euros- y confinado en detención domiciliaria en un chalet que posee en la exclusiva estación de esquí de Gstaad. La misma que ayer mismo abandonó para dejar atrás un «pasado doloroso» y aliviar a ministros, intelectuales y amigos, franceses en su mayoría.

Suiza -confirmó en rueda de prensa su ministra de Justicia, Eveline Widmer-Schlumpf- rechazaba la demanda de extradición y dejaba en libertad a Roman Polanski. ¿Sus argumentos? La falta de pruebas concluyentes sobre el proceso que tuvo lugar en 1977 y el «principio de confianza» con el que contaba Polanski.

Según explicó la ministra a los medios de comunicación, Washington se negó a remitir a las autoridades helvéticas un documento en el que, supuestamente, el juez encargado del caso aseguraba que con la pena de 42 días de prisión en una cárcel californiana la condena quedaba saldada. «En estas condiciones no podemos excluir con total certidumbre que Roman Polanski ya haya purgado su pena y que, por lo tanto, la demanda de extradición sufre de un vicio grave», zanjó la máxima autoridad judicial del país alpino antes de recalcar que, en cualquier caso, Suiza «no ha juzgado» a Polanski.

'Sólo' le ha dado el pasaporte definitivo a la libertad. Aquel que perdió en 1977 cuando el cineasta pidió permiso a la madre de Geimer para fotografiar a su hija para la edición francesa de Vogue. Quedaron en dos ocasiones. La segunda, en casa de Jack Nicholson, donde Polanski le sacó unas fotos bebiendo champán en el que previamente había echado una droga de efecto similar a los barbitúricos. Fue entonces cuando, supuestamente, la violó. Tras su detención, pudo haber caído definitivamente, pero Suiza le ha salvado 'in extremis' de los grilletes que siempre temió.