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REFLEXIONES

Nadal y las vuvuzelas

DANIEL GUTIÉRREZ
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El mismo fin de semana en el que Rafael Nadal viajaba a Sudáfrica para presenciar en directo la final de la Mundial de fútbol y cumplir así uno de los sueños de su infancia viendo a los jugadores de 'La Roja' levantar la Copa Jules Rimet, la 'Armada' española de tenis vivía una pesadilla, encajando un 5-0 en su eliminatoria de cuartos de final ante Francia, algo que no sucedía desde 1957.

Fernando Verdasco, David Ferrer, Feliciano López y Nicolás Almagro no estuvieron a la altura y rozaron el ridículo, por muy rápida que estuviera la pista y por mucho que apretara la afición francesa, la misma a la que Verdasco, por ejemplo, había puesto a parir recientemente en uno de sus arrebatos anuales.

Tampoco estuvo a la altura el capitán Albert Costa, que se limitó a colocar a sus hombres respetando su posición en el ránking y sin tener en cuenta aspectos fundamentales como la superficie, el estado de forma o las molestias físicas. Se dejo llevar y terminó llevándoselo la corriente. Ahora quiere seguir, y seguirá, porque la Federación no tiene más alternativas fiables a la vista, pero este manchón quedará en el expediente español para siempre.

Pero, sin lugar a dudas, el que menos pudor demostró de todos fue el propio Nadal, que, no contento con 'borrarse' de la convocatoria alegando molestias que esconden intereses personales en el circuito ATP en perjuicio de ese orgullo patrio que tanto defendió en el pasado, prefirió 'pegarse' un viaje de campeonato hasta Sudáfrica antes que 'pegarle el viaje' a Monfils, Llodrá o Benneteau, a los que, visto lo visto en Wimbledon, hubiera superado sin problemas.

El número 1 del mundo confundió, o no, el placer con el deber y prefirió estar en el vestuario de la selección española de fútbol, bailando con su amigo Casillas al ritmo que imponía su 'amiga' Shakira, antes que apoyar a sus compañeros en Clermont-Ferrand, bien con la raqueta en la mano, que es lo que mejor sabe hacer en esta vida, bien aplaudiendo desde la grada, pero nunca buscando cobijo al son de las vuvuzelas.