PRIMER AVISO
Actualizado: GuardarBruselas, que es la ciudad donde nos han empadronado a casi todos nosotros, nos advierte de que si la jubilación no se fija a los 70 años se acabarán las pensiones y, lo que es peor, los pensionistas. Hay que trabajar hasta la última gota de nuestro sudor, esa blusa silenciosa y dorada, que dijo Miguel Hernández, al que le hicieron sudar sangre. Hay que alargar la vida laboral, ya que prolongar la otra no está en nuestra mano. Además no tendría ni pies ni cabeza. Don Gregorio Marañón decía que «hay que merecer el descanso». Muchos españoles se han hecho acreedores al morir del epitafio que, debajo de su nombre, diga escuetamente: «Sigue descansando».
Si progresa la tesis de Bruselas, que más que en la geografía se basa en la aritmética, van a variar las cosas. Lo más llamativo es la búsqueda del tránsito. Hasta hace nada teníamos los jubilados más jóvenes del mundo. Como en aquel circo que exhibía al enano más alto del planeta, que era un señor normal, aunque muy bajito, presumíamos de contar con la legión numerosísima de compatriotas que ya no tenían necesidad alguna de ganarse la vida, ya que habían trabajado durante unos cuantos años. Todo eso variará en el futuro, pero nos importa poco, ya que nuestro porvenir, después de haber derrotado a Alemania, está en el partido del domingo.
Hasta que llegue la final del Mundial que nadie nos hable del final de nuestras vidas laborales. El partido se juega en Bruselas y el árbitro es imparcial y además sabe de matemáticas. Si no nos jubilamos al cumplir los 70, no habrá júbilo posible para los pensionistas, ya que no cobrarán ni un puñetero euro. A mí no me afecta, porque he superado los ochenta con creces, pero siempre he sido muy desinteresado.