¿Estado caótico?
Actualizado:Cuando hace casi medio siglo los antifranquistas nos manifestábamos bajo el lema 'Libertad, Amnistía y Autonomía' no podíamos suponer que, conseguida y afianzada la democracia, íbamos a asistir décadas después a la degradación del Estado autonómico, en el que las propias autonomías han terminado convirtiéndose en meros instrumentos de la oposición al Parlamento y al Gobierno centrales y en agentes de disputa entre territorios. Contemplamos perplejos el boicot de leyes aprobadas en el Parlamento central y que son de obligada aplicación: ley de dependencia, de educación sexual, de ciudadanía... que, en función del sectarismo o la confesionalidad de algunos gobiernos autonómicos, no se aplican en sus ámbitos territoriales correspondientes. Los reiterados recursos contra este o aquel estatuto, la degradación urbanística con sus corruptelas de todo tipo, la aplicación de medidas de ahorro y/o fiscales distintas o el lamentable espectáculo de algunas televisiones autonómicas son algunas muestras de que algo no funciona bien. En fin, creo que los partidos deben acometer las reformas constitucionales pendientes y convertir el Senado en la alta cámara que necesita urgentemente el Estado autonómico que nos hemos dado. Un Senado que fije competencias, que arbitre los conflictos interterritoriales, que sirva, en definitiva, para compartir proyectos en común y reducir desconfianzas y desigualdades. Para acercar el gobierno al pueblo, que es lo prometido.