Muerto el botellón, ahora toca acabar con el ruido
Actualizado:Las motocicletas con escape libre, los gritos de los jóvenes ebrios a altas horas de la madrugada, los watios de los 'coches discoteca', o la mala insonorización de los locales de copas, son a partir de ahora el enemigo público número uno en Conil.
Esta población se ha propuesto convertirse en un «pueblo de descanso». Así al menos lo defendió ayer su alcalde, Antonio Roldán, que presentó la campaña de sensibilización denominada 'No me grites que no te escucho', que el Consistorio acaba de poner en marcha.
El objeto de ésta no es otro que reducir los decibelios en las calles. Después de la primera semana de prohibición del botellón en todo el término municipal, cuyos primeros resultados están siendo excelentes, el objetivo es ahora sensibilizar a propios y extraños (Conil duplica su población en julio y agosto gracias al turismo). Se pretende que los ciudadanos sean conscientes de «la importancia y la necesidad de reducir los ruidos».
Zonas de copas
Aunque en principio la campaña es meramente informativa, lo cierto es que se impondrán sanciones a aquellos que infrinjan la normativa de ruido. Hay que recordar que Conil venía siendo, en los últimos años, uno de los epicentros de la movida nocturna veraniega de la provincia, y que este año el Ayuntamiento ha tomado cartas en el asunto.
Tras prohibir el consumo de alcohol y no habilitar, por el momento, ningún espacio donde los jóvenes puedan concentrarse para beber, el siguiente paso es controlar las emisiones acústicas de locales de ocio, calles y plazas.
La presión vecinal para que Conil cambiase su imagen está siendo muy importante en este aspecto. La manifestación organizada por distintos colectivos sociales de la localidad el verano pasado significó un punto de inflexión.
Tras matar casi por completo el botellón, la premisa es ahora que los establecimientos respeten los horarios de cierre, y que la música no se convierta en un obstáculo para el descanso de nadie.