![](/cadiz/prensa/noticias/201007/09/fotos/2834050.jpg)
El momento de la prudencia
Los jugadores se concentran en mantener su nivel de juego y mejorar su pegadaAlcanzada la final del Mundial, la selección española opta por desterrar la euforia
POTCHEFSTROOM. Actualizado: GuardarTodo fueron felicitaciones ayer para la selección española a su regreso al cuartel general de Potchefstroom, de donde saldrá el sábado hacia Johannesburgo en busca de su primera Copa del Mundo. La prensa nacional y la internacional se rindieron ayer al fútbol de 'La Roja', que se había hecho esperar pero acabó llegando en el momento preciso, en las semifinales, ante un gran rival que pareció un equipo menor. Es algo que ha sucedido más veces, tanto con España como con el Barça, el club del que se nutre y se inspira.
Ahora sólo queda dar el último paso ante Holanda, cuya solidez en los dos últimos años es incuestionable. Firmó una fase de clasificación excelente y lleva seis victorias consecutivas en Sudáfrica. Una de ellas ante Brasil, lo que siempre son palabras mayores. Nada, por tanto, más lógico que el mensaje de «humildad y prudencia» que propagó ayer, en medio de la euforia, Vicente del Bosque.
Metida ya de lleno en la emocionante cuenta atrás de la final, España sólo emite buenas sensaciones. El equipo no puede ser más compacto y competitivo. A los ojos del mundo, la Roja deslumbra por su incomparable circulación de balón, que volvió a ser ensalzada en todos los medios. Es natural que el tiqui-taca sea lo que más impresiona, entre otras razones porque ninguna otra selección es capaz de combinar y asociarse de esa manera, pero tampoco convendría desdeñar los otros argumentos que está mostrando la selección española. Su solidez defensiva, por ejemplo. Como sucedió en la Eurocopa, hacerle un gol a España es muy complicado. En lo que se lleva de Mundial sólo ha encajado dos en seis partidos; el de Suiza, que aparte de ser fuera de juego tuvo bastante de churrete, y el de Chile, que llegó tras un desafortunado rebote en Piqué. A partir de ese momento, ni Portugal, ni Paraguay, ni Alemania, que venía de marcar ocho tantos en octavos y cuartos, han sido capaces de batir a Iker Casillas.
En que España sea casi impermeable tienen que ver dos grandes factores. El primero es que el equipo nacional cumple como nadie uno de los principales mandamientos del fútbol: el que dice que la mejor manera de defender es teniendo el balón. Sus porcentajes de posesión son extraordinarios, cercanos al 70%. Los rivales tienen muy poco la pelota y, por tanto, deben esmerarse mucho cuando la poseen. Por otro lado, como se demostró sobre todo ante Alemania, el trabajo de presión puede ser excelente. A ello contribuye todo el equipo, pero especialmente ese doble pivote formado por Xabi Alonso y Busquets, dos futbolistas con un sentido táctico fuera de lo normal. Sobre ellos se montó, tras la derrota ante Suiza, una de esas polémicas tontas que, a veces, saltan en el fútbol no se sabe muy bien por qué ni con qué intenciones. Duró hasta el siguiente partido, frente a Honduras, en el que Busquets estuvo colosal.
Una de las mejores muestras del excelente trabajo defensivo que está realizando la selección es que, en seis partidos, sólo ha visto dos tarjetas. Ni siquiera los centrales, Puyol y Piqué, que el miércoles bordaron la perfección, se han visto obligados a tirar por la calle del medio más de la cuenta. La amarilla que recibió Piqué, de hecho, fue tan evitable como el penalti absurdo que cometió ante Paraguay. España, pues, es también el equipo campeón del juego limpio. La verdad es que no necesita ni dar patadas para recuperar. Todo lo contrario, por cierto, que Holanda, la selección que más faltas comete. Sneijder encabeza esa estadística en el Mundial. No se cansa de pegar el medio-punta, aunque no lo haga con la suciedad de Van Bommel, al que se puede imaginar afilando la guadaña para la final. Trabajo no le va a faltar.
Fiel a su estilo y modelo
España, como dijo ayer Vicente del Bosque, debe seguir su camino, siendo fiel a su estilo y a su modelo de organización sobre el campo. A su forma de entender el fútbol. Con ello debería bastarle para ser campeona del mundo. Ahora bien, hasta el mejor escribano tiene un margen de mejora en su caligrafía. Y el de España está muy claro: aumentar su eficacia frente a la portería rival. Lo reconoció ayer el propio seleccionador, que lamentaba la escasez de producción, la floja pegada. Lógico. Seis goles en siete partidos son una cifra muy escasa para el equipo que lidera destacado, desde el primer día, la estadística de remates a puerta y de centros al área. El caso es que 'La Roja' ha alcanzado la final con unos resultados tras la primera fase -tres victorias consecutivas por 1-0- que parecen más propios de una Italia que bordase el 'catenaccio' que de un equipo tan sinfónico y ofensivo como el español.
A la tropa de Vicente del Bosque le está faltando instinto asesino. Éste lo ha acaparado casi por entero Villa, autor de cinco goles. Todos ellos, curiosamente, cuando ha jugado entrando por la banda izquierda. O dicho de otro modo: cuando estaba en el campo Fernando Torres, un dato que, sin duda, desatara las especulaciones de cara al venidero ejercicio de adivinación del once titular que el seleccionador pondrá el domingo en el Soccer City de Soweto. Salvo el 'Guaje', los demás jugadores de ataque no acaban de acertar con el tiro de gracia; unas veces por mala puntería, otras por obnubilaciones puntuales como la de Pedro ante Alemania, y otras por un irritante exceso de retórica dentro del área. Hay momentos en que parece que España quiere entrar dando pasecitos y fumándose un puro hasta debajo de la portería. Y tampoco es eso. No estaría mal que el domingo apareciera por fin ese instinto matador que se está echando de menos. Si el resto de las facetas del juego acompañan como hasta ahora, sería definitivo.