La Justicia investiga a Sarkozy
La Policía se hace con asientos bancarios que demuestran que la heredera de la firma cosmética donó 150.000 euros a la UMP El escándalo L'Oréal desvela una presunta financiación ilegal de su campaña presidencial
Actualizado:La semana pasada eran sólo sospechas. El lunes ya se hablaba de indicios. Ayer llegaron las pruebas. Sí, parece que era cierto. La Justicia francesa ha abierto una investigación preliminar al partido de Nicolas Sarkozy por una presunta financiación ilegal de la campaña electoral de las presidenciales de 2007, aquellas que llevaron al Elíseo al marido de Carla Bruni. Un escándalo nacido en las revistas del corazón, un medio en el que el jefe de Estado galo se ha sabido mover con agilidad y prestancia en todo momento, ha sufrido una metamorfosis para convertirse en una soga que aprieta progresivamente el cuello más prominente del mundo político de los vecinos del norte. Según publicó ayer el prestigioso vespertino parisiense 'Le Monde', hechos al parecer ya probados desvelan que la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido gubernamental de la derecha francesa liderado por Sarkozy, recibió dinero del emporio de cosméticos L'Oréal para ayudarle en su caminar hacia la Presidencia. Ya no es sólo una acusación de la antigua contable de la multimillonaria heredera de la firma, Liliane Bettencourt, que habló de una aportación de 150.000 euros en despecho porque fue despedida. Ahora es la Policía la que confirma las palabras de Claire Thiboult tras hacerse con asientos bancarios que demostrarían que Eric Woerth, actual ministro de Trabajo y entonces contable de UMP, recogió esa cantidad. Un escándalo surgido de una disputa familiar coloca al Ejecutivo de París en una situación cuanto menos complicada y una crisis de gobierno, por supuesto negada por los protagonistas, parece inminente. Porque todo este 'affaire' surgió por un combate hereditario entre Liliane Bettencourt, de 87 años, y su hija Françoise, que desde hace dos años intenta demostrar que su madre no está en condiciones mentales de gestionar la fortuna de L'Oréal. Está más que enojada con la patriarca por una relación sentimental que mantiene desde nada más morir su padre con Francois-Marie Barnier, un vividor de 64 años, a cuyos encantos ha sucumbido la octogenaria millonaria y que, a cambio, se habría llevado importantes cantidades de dinero.
El mayordomo
Para documentar su teoría, Françoise Bettencourt-Meyers ordenó grabar a la anciana. Un mayordomo se encargó de ello. La producción videográfica encaminada a demostrar la incapacidad llegó al despacho del abogado de la hija y de allí a la Policía. Y luego, sin autor confeso, a la prensa. Pero parece que Bettencourt-Meyers no era consciente del valor de la cinta. En ella, al margen de la relación entre la mujer más rica del país y el gigoló, aparecían llamadas telefónicas privadas que implicaban a Woerth en la captación para su partido de dinero de L'Oréal en cantidades que superaban las autorizadas por la ley . La intermediaria fue la esposa del actual ministro, Florence, que entonces estaba en la nómina de la empresa de cosmética como asesora de inversiones. En Francia la financiación de las formaciones políticas se nutre de dinero estatal. Las donaciones privadas están autorizadas, pero con un tope establecido en 7.500 euros anuales por partido y 4.600 por candidato. Woerth es ya un cadáver político, aunque jura que nunca recibió «un euro que no fuera legal». Sarkozy trataba ayer de distanciarse de él cuando 'Le monde' implicó también al presidente. Según la ex contable Thibout era habitual que por la residencia familiar de los Bettencourt pasaran políticos a comer y cenar. Todos recibían sobres blancos en los postres. Uno de ellos había sido el jefe de Estado cuando todavía ocupaba la alcaldía de Neuilly sur Seine, la acaudalada localidad del oeste de París que dirigió durante dos décadas. Sarkozy dice no acordarse de aquellas veladas y pide que se deje actuar a la Justicia. La Fiscalía comenzó ayer y dice tener pruebas contra él.