Artículos

PROPÓSITOS

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Incluso los que tenemos un gran porvenir a nuestras espaldas hacemos proyectos. Quizá no tanto para creer en ellos como para reforzar la insensata confianza en que el tiempo nos permitirá cumplirlos. El octosílabo más consolador de la grandiosa poesía escrita en el vasto idioma español pertenece a Antonio Machado: «Hoy es siempre todavía». Nunca sabremos si es cierto, pero conviene creérselo porque ayuda a vivir. Los españoles somos muy dados a hacer propósitos y a abandonarlos. El Ministerio de Economía ha retirado uno que nos hizo mucha ilusión: vigilar las cuentas de los políticos, no lo harán, ya que a muchos no les trae cuenta.

Tanto los representantes del PP como los del PSOE consideran que es un absurdo observar a 60.000 personas, pero lo verdaderamente absurdo es que haya un colectivo tan numeroso. ¿Necesitamos a tantísimas personas dedicadas a luchar por nuestro bienestar? La vocación por esa tarea sublime se ha incrementado en los últimos tiempos y la misteriosa llamada se ha hecho audible para medio mundo, en especial para los que aplican sus grandes y puntiagudas orejas a escuchar el sonido del dinero. Cuando la vicepresidenta del Gobierno anunció la aprobación por el Consejo de Ministros del anteproyecto de ley sobre prevención del blanqueo de capitales, se puso de pie la esperanza. Nuestro gozo en un pozo sin fondo. ¿Cómo se puede vigilar a 60.000 personas? Habría que crear un cuerpo de inspectores de un número aproximado y no debe haber más jefes que indios.

Mi paisano Ríos Rosas dijo que cuando un puesto político está ocupado por un tonto, todo el mundo cree que está vacante. Era otra época. Ya no quedan ni puestos por ocupar ni tontos que se chupen el dedo. Prefieren chupar del derruido presupuesto y evitar que nadie vigile sus cuentas. No debemos meternos en lo que sí nos importa.