Una diplomacia errática
Se opta por un falso realismo contrario a los valores que debe defender nuestro país
Actualizado:La visita del ministro Moratinos a Cuba vuelve a ilustrar la falta de coherencia de la política exterior española en los últimos años. De nuevo el titular de Exteriores insiste en el diálogo con el régimen castrista sin exigir reformas a cambio y sin recibir a los disidentes. Esta nueva visita se produce en medio de una delicada negociación entre la dictadura y la Iglesia católica cubana, destinada a liberar presos políticos, un objetivo que hasta ahora no se ha conseguido más que con cuentagotas, como lo atestigua la dramática huelga de hambre de Guillermo Fariñas, que puede culminar en cualquier momento con su muerte. Moratinos llega a Cuba tras haber prometido a los socios europeos durante una presidencia española, sin ningún resultado apreciable en su dimensión exterior, que hay elementos políticos nuevos en el horizonte de la isla y que por lo tanto la posición común europea sobre Cuba debe evolucionar. Sus prisas por demostrar que algo se mueve pueden de hecho entorpecer dicho diálogo. Al igual que en Guinea Ecuatorial o en Venezuela, la política del Gobierno hacia Cuba es un ejemplo de la contumacia en el error: nada menos que la puesta en práctica de un falso realismo, contrario a la identidad democrática y a los valores que debe proyectar nuestro país. Moratinos debería aprender al menos de su propia política en todo lo que concierne al Medio Oriente, donde sí acierta en el diálogo con regímenes como el sirio o el iraní. La visita estos días a España del presidente sirio Bachar al Asad está bien planteada para poder avanzar en el atascado proceso de paz en Oriente Medio. En este contexto, España cumple bien su papel de interlocutor con Siria en nombre de países aliados y su realismo es eficaz y está bien fundamentado en la defensa de valores democráticos y del modo de vida occidental. Tras casi seis años en el puesto de ministro, la pasión de Moratinos por viajar más que nadie exige un poco más de planificación y de reflexión, en busca de un hilo conductor que explique mejor cómo defendemos nuestros intereses y valores en el mundo.