El Gobierno da marcha atrás y renuncia a regular por ley el uso del 'burka'
La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, ciega la vía que había abierto por su cuenta el ministro de Justicia
MADRID.Actualizado:No habrá veto al 'burka' ni su uso se regulará en la ley de libertad religiosa. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha tardado varias semanas en encontrar una posición clara y unitaria al respecto, habida cuenta de las opiniones discordantes en el seno del propio Ejecutivo socialista.
El debate alentado en Cataluña por el Partido Popular y Convergència i Unió, y trasladado después a todo el país, le cogió con el pie cambiado, pero ahora la decisión está tomada. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, ha dado orden de que en adelante los ministros y responsables del Gobbierno defiendan que en España ya existen instrumentos legales suficientes para hacer frente a un problema que, argumenta, ni siquiera es tal en la sociedad española.
La tesis gubernamental es que casi se pueden contar con los dedos de la mano las mujeres que cubren su rostro y su cuerpo con un velo integral. Quizá, dicen, no lleguen al centenar. Y esta cifra es, a su juicio, demasiado baja como para que resulte rentable, en términos de convivencia y paz social, situar este asunto en la primera línea de la disputa política. Sobre todo, cuando con ello se agita el patio de los sentimientos religiosos y las identidades culturales.
Fue el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, quien hace apenas quince días anunció su intención de limitar el uso de una indumentaria «difícilmente compatible con la dignidad del ser humano», dijo, en la futura ley de libertad religiosa. Era el primer miembro del Gobierno que hablaba con semejante claridad y se trataba además de un hombre poco dado a los deslices verbales; lo que hizo dar por hecho que la suya era la postura oficial de todo el Ejecutivo. Nada más lejos de la realidad, según aclararon fuentes de Moncloa, que precisaron que Caamaño habló entonces sin el amparo del Ejecutivo.
Para empezar, José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a dar una patada hacia delante a la citada ley, una promesa electoral con la que pretendía ahondar en la laicidad del Estado y adaptar la norma de 1985 a la realidad de los tiempos, ahora que la religión católica ha dejado de ser la única. No está el horno para bollos. Salvo la ley del aborto, el Ejecutivo ha dejado aparcadas todas las iniciativas que no tengan que ver de manera exclusiva con la economía y la crisis. En el Ministerio de Justicia, de hecho, ya dan sentado que la ley de libertad religiosa no verá la luz este año. Ni tampoco a principios de 2011.
Pero ese no es el motivo de fondo para negarse a regular sobre el 'burka' o el 'niqab'. «La pregunta -dijo hace unos días la ministra de Igualdad, Bibiana Aído- es si queremos condenar a las mujeres que tienen que llevarlo puesto». El Gobierno entiende que el límite a la libertad de religión está en el mantenimiento del orden público y en el respeto a la integridad física y moral de las personas, pero insiste en que ambos pueden ser garantizados con la legislación existente.Si una mujer es obligada por su marido o por sus familiares a cubrirse el rostro, encontraría protección -conforme a los planteamientos gubernamentales- en el artículo 153 del Código Penal, que persigue la violencia física o psicológica en el ámbito familiar.
También están contemplados, en ese mismo texto que los juristas llaman la «Constitución negativa», los delitos de coacción y tortura. Y la legislación ya permite que se impida entrar con el rostro cubierto en lugares públicos por razones de seguridad.
El Gobierno aduce ahora que lo único que persiguen populares y nacionalistas es hacer «electoralismo» al calor de los comicios autonómicos de Cataluña, una comunidad con un elevado índice de inmigración. «Lo que hace falta es información», sentencian.
«Se trata de una prenda difícilmente compatible con la dignidad del ser humano y sobre todo con algo fundamental en el espacio público como la identificación».
«Legislar contra el burka es penalizar más a las mujeres. Abordar el debate desde la demagogia puede generar más problemas que los que se pretende solucionar»
«No existe un problema en España, porque el uso de esta prenda es muy minoritario».