Alemania cierra la vieja escuela
La selección joven y atrevida del Mundial borra la imagen del equipo reservón y musculado liderado por Ballack en 2008
Actualizado:La Alemania a la que derrotó España en 2008 en la final de la Eurocopa no tiene nada que ver con la que se encontrará el próximo miércoles en el Mundial. Seis germanos de los que estuvieron en la gran cita de Viena probablemente saltarán también ahora al césped en Durban -Lahm, Mertesacher, Friedrich, Schweinsteiger, Podolski y Klose-, pero cualquier parecido entre aquel equipo y el actual es pura coincidencia. Las imágenes de un Michael Ballack desquiciado y abatido en el estadio Ernst Happel de la capital austriaca ya anunciaban aires de cambio en la selección teutona, pero nadie podía imaginar una intervención aguda de cirugía estética. La vieja escuela ha cerrado las aulas y el grupo reservón y físico de la cita continental se ha transformado en otro joven y atrevido tras pasar dos años por el quirófano. Del búnker se ha pasado a la ofensiva; de la destrucción al toque; de odiar el balón a amarlo. El cirujano que ha obrado el milagro ha sido Joachim Löw, un técnico que recibió clases particulares de Jurgen Klinsmann y que ha convertido a Alemania en la reina del ataque y el repliegue ordenados.
Es curioso porque ni los propios aficionados germanos daban un euro por su selección en Sudáfrica. Las semanas previas al torneo una maldición se cernió sobre el equipo y varios futbolistas fijos en el esquema de Löw cayeron lesionados: Rene Adler, Simon Rolfes, Christian Trasch, Heiko Wrestermann y el propio Ballack. A día de hoy, el gran capitán tendría serias dificultades para amoldarse a un sistema de juego sustentado en la velocidad por las bandas y en los rondos rápidos y verticales. Ballack se sentiría incómodo en un esquema en el que se mueven como peces en el agua jugadores cuya media de edad no supera los 26 años -es la Alemania más joven desde 1934-. Esta eventual mocedad, considerada por la prensa germana al inicio del Mundial como el gran lastre, ha tenido sin embargo un efecto multiplicador en la motivación nacido desde la consigna de que 'no tenemos nada que perder'.
Renacidos
Así que los hombres de Vicente del Bosque tendrán que bregar con unos contrincantes ilusionados hasta el extremo y que creen a pies juntillas en la renacida Alemania de Löw. Hay datos reveladores que avalan la increíble mutación de esta selección con respecto a la subcampeona de Europa. En la cita de Austria los teutones se presentaron en la final con diez goles a favor y seis en contra. Es decir, marcaban con facilidad pero eran un auténtico colador en la retaguardia. En Sudáfrica, sin embargo, se han plantado en la penúltima ronda con trece tantos a favor y sólo dos encajados. A la vista de estos números sería lógico pensar que el seleccionador borró de un plumazo a la defensa de la Eurocopa para crear una nueva. Pues bien, la zaga es la línea que menos modificaciones ha experimentado. ¿Cómo han frenado entonces los germanos la sangría de tantos en contra?
La explicación habría que encontrarla en el concepto de bloque en sí mismo. En Viena, Alemania tenía una buena plantilla, pero no funcionaba con unidad ni en el ataque ni en la retaguardia. Ahora todos interpretan la misma partitura y casi nunca desafinan. Sus contragolpes son espectaculares. Ante Argentina dieron una lección magistral en esa faceta. Hubo jugadas, como por ejemplo en la del tercer gol, en las que hasta cinco futbolistas teutones esperaban una asistencia en el área o sus inmediaciones. Cuando un jugador recibe el balón, siempre tiene dos o tres alternativas. Y, en el momento de replegarse, cada uno sabe su función. Lo que parece un abanico desordenado se cierra hasta conformar un infranqueable muro de ayudas y presión en el centro del campo. Por eso los defensas sufren poco y sólo han recibido dos goles a pesar de que Metzelder y Mertesacker son conocidos en su país como 'ronquidos' y 'marcha lenta', respectivamente.
'La Roja' ganó a Alemania en la Eurocopa, con un tanto de un enchufado Torres en el minuto 33. El mejor futbolista rival fue entonces el portero Lehman, que acabó desesperado con su defensa y evitó la ruina con intervenciones de mérito. El miércoles los españoles se encontrarán con un bloque compacto que sabe hacer daño con la valentía como bandera.