«Los abusos a presos son inherentes a las guerras»
El general fue acusado de estar al tanto de las torturas que soldados bajo su mando llevaron a cabo en la cárcel de Abú Ghraib Ricardo Sánchez Ex jefe de las tropas de EE UU en Irak
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarPor más fama de democrático que tenga el Ejército de Estados Unidos, no es fácil que sus mandos se descuelguen de la doctrina oficial en estos tiempos de guerra donde el enemigo, además, se esconde detrás de la difusa máscara del terrorismo. La excepción en estos momentos no la marca el excéntrico general McChrystal, recién destituido por Barack Obama por unas polémicas declaraciones en las que criticaba al vicepresidente Biden y a otros altos cargos, sino el ex general Ricardo Sánchez, el militar que estaba al mando de las tropas estadounidenses en Irak cuando se desvelaron los casos de tortura en la prisión de Abú Ghraib.
Lo peor para su reputación entonces fueron las revelaciones de la prensa norteamericana de que Sánchez tuvo una conexión directa con los métodos inhumanos de interrogatorio empleados contra prisioneros iraquíes, algo que él ha desmentido una y otra vez. Marcado por esa experiencia y tras su retirada del Ejército, el ex militar se ha destapado como uno de los más sólidos adalides del juego limpio contra los detenidos acusados de terrorismo. Pese a los drásticos cambios introducidos por la Administración Obama en el trato a los presos de Guantánamo, opina que todavía no existe un marco que garantice la ausencia total de tortura y malos tratos en las prisiones de EE UU. En una reciente intervención en la Universidad de Nueva York, pidió al inquilino de la Casa Blanca que cumpla su promesa de tratar a los reclusos de acuerdo a la Constitución y la Convención de Ginebra.
-El presidente Obama no ha cumplido su promesa de cerrar Guantánamo ¿Qué opinión le merece la gestión del Gobierno en relación al trato de los detenidos allí?
-Por el tipo de guerra que se libra en Irak y Afganistán, Estados Unidos ha puesto en marcha unos procedimientos para que los detenidos por acciones contra nuestras tropas puedan estar recluidos en centros especiales, a veces por un largo periodo de tiempo. Cuando las amenazas para la integridad de un país son claras, las leyes internacionales permiten que se realicen este tipo de detenciones. La clave está en respetar la normativa existente en esta materia. A mi juicio, el asunto principal de cara a la integridad de nuestro sistema no es el cierre de Guantánamo sino que haya la máxima transparencia en el trato a los sospechosos de haber cometidos acciones contra nosotros.
Creo que el actual presidente se ha dado cuenta de la complejidad que supone clausurar ese centro de operaciones. Con la situación actual hay que tener la capacidad de mantener un lugar como ese en alguna parte. Desde luego es deseable una fórmula que sustituya los centros en el futuro, pero es un reto muy difícil, como se ha visto con el intento de trasladar a esos presos a cárceles dentro de EE UU. Enseguida han surgido complicaciones adicionales que implican tratar a esos reclusos bajo las leyes federales y el asunto de los derechos que estas personas tendrían al ser encarceladas en territorio estadounidense. Con los países aliados con los que se ha ensayado una solución similar, sus retos son parecidos a los nuestros.
Buscar una salida
-¿Qué puede suceder si no se encuentra una solución convincente al cierre de Guantánamo en la presente legislatura como había prometido el presidente? ¿Complicaría esto los objetivos de la actual estrategia de lucha contra el terrorismo?
-No creo que tengamos otra opción como país o como comunidad internacional ahora mismo que mantener Guantánamo. Hemos estado trabajando a fondo durante un año para resolver este asunto y la situación es justo el reflejo de las dificultades del problema. No va a ser fácil hallar una solución satisfactoria para todos. Creo que EE UU no ha abandonado el tema y está buscando una salida con todas sus capacidades, pero va a seguir siendo una cuestión difícil de resolver en los próximos meses y años.
-Después de los escándalos de abusos cometidos en la era Bush, ¿Cuál es la situación de los detenidos en la actualidad?
-No dispongo de toda la información, pero puedo garantizarle que las condiciones han cambiado de manera radical. Estados Unidos ha modificado los métodos de interrogatorio y todos los procedimientos que implicaban algún tipo de violencia denunciados durante la era Bush han sido eliminados. Por supuesto hay restricciones en la información que nos impiden saber al 100% lo que sucede dentro del penal.
-¿Está el trato actual que reciben los detenidos a la altura de los estándares de lo que la mayoría de la población espera?
-Probablemente no, si lo analizamos desde una óptica estricta que elimine todo trato vejatorio a los presos.
-¿Habrá abusos en el futuro?
-Por supuesto que se producirán abusos. Donde quiera que haya una guerra es muy plausible que este tipo de asuntos surjan de nuevo. Pero la forma de manejar Guantánamo ahora es muy diferente a cómo se hizo en las primeras etapas del conflicto armado. Hay mucha más transparencia, la Cruz Roja tiene acceso a la mayoría de los detenidos y hay unos cuantos casos excepcionales donde esta organización humanitaria no llega, pero tampoco los medios de comunicación recogen denuncias como en tiempos pasados. Estoy muy satisfecho de que mi país haya vuelto a la normalidad en este tema.
-¿Cómo decidió dar el paso de convertirse en un defensor de la causa de los detenidos?
-Hay una razón muy sencilla, si se entiende que lo que más dolor me ha producido en esta guerra fue ver las horribles consecuencias que tuvo para los soldados que luchaban a mis órdenes. Aunque teníamos buenas tropas, la mayoría fueron allí sin la preparación adecuada, ni el entrenamiento, ni los recursos para una misión demasiado compleja. Al principio las directrices que llegaban de Washington eran muy confusas y nos causaban muchos problemas. Esto colocó a mis soldados en una tesitura que les obligaba tomar decisiones que nunca debieron permitirse.
A pesar de que lo tratábamos de hacer desde un punto de vista convencional, había momentos en que estábamos operando totalmente fuera de control, creando situaciones de peligro para las tropas de las que creo que cualquier mando militar se arrepentiría. Gracias a mis años de servicio a este país he aprendido lo importante que es tratar a la gente con dignidad y respeto, incluso si se trata del enemigo. Tenemos que respetar esos principios. Creo que en un momento nos separamos de los principios que inspiraron la fundación de nuestra nación y llegamos a permitir la tortura, el abuso y la humillación. Creo que nuestros soldados se merecen un trato y un liderazgo mucho mejores que los que reciben.
Menos prisioneros
-¿Todavía se traen a Guantánamo personas detenidas en Irak y Afganistán o es algo limitado?
-No está para nada tan extendido como en los años más duros del conflicto. No le puedo dar una respuesta definitiva porque no estoy dentro de los planes operativos, pero puedo garantizarle basándome en mi experiencia que se ha limitado considerablemente la transferencia de prisioneros. También hemos mejorado la capacidad de los centros de detención en Irak y Afganistán, por lo que se están realizando movimientos muy limitados.
-¿Cuál es su apuesta para que esta situación quede resuelta?
-Yo no estoy necesariamente abogando por el cierre definitivo del centro de detención de Guantánamo. Por lo que yo estoy luchando es por que no se produzca un trato despreciable a las personas y lo hago también por poner a nuestras tropas, a nuestros héroes nacionales que han llevado a cabo complicadas misiones, en una posición de lo que es correcto hacer por el país, lo que es correcto para la comunidad internacional y lo que es correcto para proteger a las personas detenidas que están sometidas a interrogatorios.
Si se cierra esta base, con el actual 'status quo' habría que abrir una en otra parte. No es cuestión de demonizar los centros de detención. Todo el mundo quiere cerrar Guantánamo por lo que representa, pero los centros de detención de características similares seguirán existiendo, son un hecho inherente a este tipo de guerra que llevamos a cabo. Por lo tanto, en lo que hay que centrar los esfuerzos es en que haya una acción transparente de los procedimientos que se siguen contra los detenidos, que se trate a las personas con dignidad y con respeto. Esa es todavía una tarea pendiente si queremos ganar más cotas de seguridad para nuestro país.