LOS COMODONES
PREMIO NADALActualizado:Bueno, ya tengo preparadas las cervezas y las patatas fritas para esta tarde. Sofá, ropa cómoda, aire acondicionado y amigos para ver cómo corren y sudan los chicos de 'La Roja' contra Paraguay. En el fondo admiramos el deporte porque es la otra cara de la comodidad. Vivimos en la era de los comodones. La publicidad siempre va por ahí. El coche más cómodo, el sillón más cómodo, el suelo más cómodo, bañeras con hidromasaje, casas domóticas, la compra de billetes de avión y entradas de cine por Internet. No sé, agradezco no tener que lavar la ropa en el río, ni tener que acarrear cántaros de agua desde la fuente, ni tener que escribir estas líneas a la luz de un candil, pero tampoco nos pasaría nada por no derrochar tanta energía. Nos esforzamos tan poco físicamente que luego tenemos que sacar tiempo para andar una hora diaria si no queremos que se nos dispare el azúcar y el colesterol.
Tal vez confundamos el progreso con la comodidad y la velocidad con el tocino y a los futbolistas con seres troppo delicados: los cocineros que ha trasladado la selección a Sudáfrica, los alimentos superescogidos, pensados al milímetro, pesados y cocinados con sumo esmero. Luego están los masajistas, los médicos, el peluquero. Total para dos horas de partido. Un partido de tenis ya sabemos que puede durar once, el maratón es lo más duro del mundo, el ciclismo para qué contar y la gimnasia rítmica es ya de otro mundo, sobrehumana. Pero de esos otros deportistas sabemos muy poco.
Son los futbolistas quienes nos preocupan por encima de todo, porque cualquier contrariedad les supone una merma en su autoestima. Su fragilidad física es notoria, enseguida se les rompe algo. Y además tienen que divertirse más que nadie. En el fondo me parece bien, ¿para qué tanto sacrificio? ¿Qué atleta de alto nivel posee las mansiones, los coches y el nivel de vida de los futbolistas? ¿Qué atleta está más pendiente de su imagen que los futbolistas? Pensándolo bien es lo lógico, el fútbol es un negocio del que vive muchísima gente, incluso yo saco mi pequeña tajada por escribir estas líneas, y no hay que olvidar que ellos son los protagonistas. Según ha ido subiendo el nivel de negocio, ellos se han ido sofisticando más y más. Sólo hay que echar una ojeada a los gladiadores con el pelo revuelto y piernas nudosas y peludas de los años 30. Qué hombres tan primitivos al lado de estos. Entonces vendían ellos, su nombre, no su imagen. Ahora el que sobresale se convierte inmediatamente en la imagen de una sociedad que necesita ser halagada constantemente.
Y dicho esto (que diría un político), ¡que gane 'La Roja'!