Los talibanes reciben a Petraeus con un ataque a una de las mayores bases aliadas
Actualizado: GuardarSiete y media de la mañana. Un suicida al volante de un vehículo se inmola en el acceso principal de la base aérea de la OTAN en Jalalabad, capital de Nangarhar y punto de paso principal en la ruta entre Pakistán y Kabul. Tras la explosión comienzan los disparos de lanzacohetes y las ráfagas de AK-47 de una célula talibán que intenta acceder a uno de los mayores campos internacionales de Afganistán.
En pocos minutos los agresores son reducidos y el balance es de al menos «ocho insurgentes muertos y dos soldados de la coalición heridos leves», informó la Isaf (siglas en inglés de Fuerza Internacional de Asistencia a Afganistán). Tan sólo un mes después de los ataques contra las bases de Bagram y Kandahar, los talibanes repitieron la misma estrategia para dar su particular bienvenida al nuevo general de las fuerzas extranjeras, David Petraeus.
Sobre el papel es absolutamente kamikaze plantear una misión contra las protegidas bases de la coalición, pero los talibanes logran un doble objetivo. A nivel local refuerzan su imagen ante los afganos, que ven cómo las bombas caseras y los viejos AK-47 ponen en jaque a las grandes potencias y su tecnología bélica de última generación.
Récord de bajas
En el plano internacional el mensaje de desafío está más vivo que nunca tras un mes en el que han muerto cien soldados de la OTAN como consecuencia de la ofensiva talibán de primavera, récord de bajas desde la caída del régimen teocrático. También el número de militares afganos caídos aumenta en un 75% y, según el portavoz de Defensa, Zahir Azimi, llega hasta 37.
Petraeus ha advertido en sus primeras intervenciones públicas tras conocerse su designación que «la batalla se intensificará en los próximos meses» y ha insistido en que las estrictas normas de combate impuestas por su antecesor en el cargo, Stanley McChrystal, pueden modificarse porque «la protección de nuestras tropas es un imperativo moral». La «guerra por las mentes y los corazones» de la población predicada en los últimos doce meses, por tanto, tendrá que esperar.