Un niño aparece con la camiseta de Villa mientras los paisanos del delantero ven el partido de España en el bar. :: JUAN CARLOS ROMÁN
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Todo empezó en un colegio

David Villa, el ídolo de la selección gracias a sus goles, inició su andadura en Tuilla, una localidad marcada por la minería

TUILLA. Actualizado: Guardar
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Tuilla perdió el carbón hace 21 años. El 22 de diciembre de 1989, mientras la Lotería de Navidad salpicaba de alegría y dinero numerosos pueblos de España, la tragedía laboral zancadilleaba a los concejos asturianos de Siero y Langreo. Aquel día, un incendio en el Pozu Mosquitera le robó la vida a cuatro mineros y llevó el aullido de las sirenas de ambulancia hasta la barriada minera de Tuilla, en la que habitualmente mandaban los gritos de los chavales pidiendo el balón o abroncando a algún compañero 'chupón' que no pasaba la pelota. Con ocho años recién cumplidos, David Villa Sánchez era uno de aquellos 'guajes' de familia humilde que convertían las cuestas y los callejones de la urbanización obrera en territorio apto para la práctica del fútbol.

Durante dos años, el carbón siguió ardiendo en las entrañas del Mosquitera I, donde ya nunca se retomó la actividad hullera. Su cierre y el del Mosquitera II obligó a recolocar o prejubilar a más de un millar de mineros, entre los cuales se encontraba el padre de Villa. Para entonces, 'El Guaje' ya había quemado su primer intento de abrirse paso en el fútbol: con nueve años pasó una prueba con el Oviedo, pero el club azul no lo quiso porque al crío le faltaba potencia y altura.

Curiosamente, la primera camiseta que defendió el ahora jugador del Barcelona fue azulgrana, los colores del Unión Popular de Langreo, el club que lo tuvo en plantilla hasta los diecisiete años. Llegó la llamada de la Escuela de Fútbol de Mareo y con ella la militancia sportinguista antes de proseguir su carrera en el Zaragoza, el Valencia y en la selección española como mayorista del gol.

Dos decenios después de la tragedia minera, Tuilla se desquita estos días de aquella entrada antirreglamentaria que le propinó el destino. La población langreana vuelve a ser noticia, ahora con titulares amables, por haber criado en sus calles a uno de los grandes delanteros del mundo. «El pueblo se está convirtiendo en un santuario de peregrinación futbolística. El año pasado venían turistas desde Valencia preguntando por el padre o por la hermana de Villa para hacerse una foto con ellos. Este año empezarán a venir desde Barcelona», anuncia Nuria Alonso, camarera del único bar abierto en la localidad ayer de sobremesa, bajo un ambiente de 'ferragosto': 26 grados de temperatura, tarde sin fútbol por el paréntesis en el Mundial y buena parte del pueblo en las fiestas de La Felguera o en la piscina de La Braña.

Dentro del bar y en la terraza, media docena de parroquianos en la edad de la jubilación se reparten por las mesas, entre periódicos que retratan a 'El Guaje' en sus portadas con titulares de órdago y ademán de victoria. «Villa ye un buen jugador y un buen chaval», apunta Gustavo Álvarez Gómez en una jugada rápida mientras despacha una partida de cartas con tres amigos.

Más euforia muestra Bienvenido Sierra. «La 'máquina' de hacer goles nació aquí. Le pega bien con las dos piernas, se interna sin miedo, baja a defender y deja a Cristiano Ronaldo dejado en el suelo... Con el Barcelona va a ser Pichichi la próxima temporada. Va a meter goles a retorcer».

Una familia humilde

Más allá del talento y de los goles que el futbolista está coleccionando estos días en Sudáfrica, Nuria Alonso deja claro que David Villa «sigue siendo el guaje sencillo de siempre. Y lo mismo su familia: su padre anda por aquí paseando en chándal». No obstante, los vecinos no cuentan con que el progenitor del delantero, Mel Villa, se vaya a conformar con ver el Mundial por televisión ahora que 'la roja' se adentra en las eliminatorias más apetecidas. «Quería ir si España llegaba a semifinales, pero quizás ya vaya a ver los cuartos de final».

De puertas afuera del bar, desde la carretera que recorre el pueblo, se divisa el campo de fútbol de El Candín, en el que vive sus domingos de Liga el Tuilla, asentado en la Tercera División. El presidente del club arlequinado, Luis Alberto López Arbesú, constata que Villa mantiene su lealtad y cariño con el fútbol modesto. «Nos alegramos muchísimo de su trayectoria, porque además de un gran jugador se trata de una persona humilde, cercana y familiar. Es socio del club y sigue los resultados de nuestro equipo desde donde esté», asegura.