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Gerard Piqué se abalanza sobre sus compañeros para celebrar el gol de la victoria ante Portugal marcado por Villa en la segunda parte. :: EFE
CRÓNICA

España continúa su camino

'La Roja', activada con la entrada de Llorente, tumba a Portugal y sella el pase a cuartosLa selección da lo mejor de sí misma en la segunda parte y el sábado (20.30, Telecinco) se medirá a Paraguay en los cuartos de final

JON AGIRIANO
CIUDAD DEL CABO.Actualizado:

El gran duelo ibérico cayó del lado de España, que ganó por calidad y por fondo de banquillo. Es lo que tienen los grandes: siempre encuentran una forma de matarte. No lo tuvo fácil 'La Roja', que chocó con una Portugal bien armada en defensa y con un magnífico portero. Si alguien le falló fue Cristiano Ronaldo, de nuevo anecdótico en una gran cita. Y es que, durante una hora, el equipo de Vicente del Bosque anduvo sobre arenas movedizas en el bello Green Point de Ciudad del Cabo. La posesión era suya, pero no le bastaba con ella y los dados podían caer de cualquier manera. Sin embargo, una sustitución cambió el paisaje y disolvió los nubarrones. La entrada de Fernando Llorente, un jugador que parecía condenado al ostracismo en este Mundial, tuvo un insólito efecto vigorizante para España, que con la referencia del riojano en el punto de mira se fue hacia arriba y acabó tumbando a Portugal. El gol fue cosa de David Villa. Es lo habitual.

La selección empezó fuerte, directa al grano, como si quisiera dejar las cosas en su sitio desde el pitido inicial. Sólo se llevaban un puñado de segundos cuando Eduardo tuvo que lucirse ante un disparo de Fernando Torres. Poco después, fue Villa el que estuvo a punto de abrir el marcador en una de sus habituales entradas desde la izquierda. 'La Roja' dominaba con claridad ante una Portugal que le cedía el balón sin ningún recato. Xavi bajaba más a recibir que en los tres partidos anteriores y la circulación se hizo más fluida. Por un momento, todo pareció fácil. Los de Queiroz se antojaban el típico equipo menor que ante España juega arrugado, sin vuelo, concentrado exclusivamente en los trabajos de zanja. Sólo Coentrao, uno de esos laterales aventureros que tanta vida dan a los equipos, daba señales de peligro con sus incorporaciones por la banda. El resto del equipo luso, con la excepción de Cristiano Ronaldo, liberado siempre de las labores oscuras pero extrañamente obtuso para las brillantes, se dedicaba a cerrar espacios, tapar huecos y clausurar rendijas.

Enrevesado

El problema para España es que Portugal lo hacía bien. La impresión inicial de que aquello iba a ser un paseo militar no tardó nada en desvanecerse. Al cuarto de hora, Tiago obligó a intervenir a Casillas en un disparo desde la media luna y más de uno en el Green Point comprendió que 'La Roja' iba a tener que ganarse el pase a cuartos con su mejor caligrafía. Los lusos no estaban imbatidos de casualidad. Bruno Alves y Carvalho, con Pepe por delante, exigían a los españoles lo mejor de sí mismos y lo cierto es que, entre éstos, no había ninguno que acabase de dar el do de pecho. Torres estaban tan afanoso como torpe, Villa dejó de llegar al área desde la izquierda y a Iniesta, por mucho que frotaba la lámpara, no acababa de salirle el genio. Desde este modo, aunque la posesión de la pelota seguía correspondiendo a España, Eduardo estaba más o menos tranquilo. De hecho, Iker Casillas lo acabó pasando peor que él hasta el descanso. Cristiano Ronaldo le lanzó un misil con el jabulani en el minuto 28 y, en el 39, Almeida no llegó por poco a un remate franco de cabeza.

Era un partido enrevesado para España, que cosía mucho pero no acababa de dar la última puntada, y además, sufría algunos desajustes defensivos. De uno de ellos, tras un saque de portería con la mano de Eduardo, llegó una ocasión clarísima para Portugal. Almeida acabó centrando desde dentro del área, el balón tocó en la rodilla de Puyol y no entró de milagro. La selección estaba metida en un lío. Se acercaba la hora de juego y cada vez parecía menos profunda y más vulnerable. Vicente del Bosque lo comprendió y miró al banquillo en busca de un reactivo. El seleccionador no pudo ser más valiente. Olvidándose de galones, jerarquías y hasta de la corrección política, sacó a Fernando Llorente en lugar de Fernando Torres.

Suele decirse que los partidos molestos y apretados se ganan en los pequeños detalles y quizá el de ayer en Ciudad del Cabo se ganó en esa sustitución. Y es que el efecto Llorente fue inmediato. Tuvo algo de electroshock. En su primera intervención, el delantero del Athletic estuvo a punto de hacer el 1-0 en un cabezazo en plancha. Se la sacó Eduardo, un gran portero, de lo mejorcito que se ha visto en el Mundial. La ocasión desató a España, que olió la sangre y se vino arriba. Es lo que se espera de los grandes depredadores. Villa dispuso de inmediato de dos ocasiones y, en la segunda, tras una magistral combinación entre Iniesta y Xavi, y con el delantero de Rincón de Soto fijando a los centrales con su corpachón, hizo el 1-0. Eso sí, tuvo que disparar dos veces para batir al arquero del Sporting de Braga.

En crecimiento

Portugal no tuvo capacidad de respuesta. A favor de corriente, España comenzó a gustarse, que es como decir a parecerse a ese equipo deslumbrante que todavía no ha acabado de romper. Que no lo haya hecho y esté ya en cuartos de final, donde le espera un rival accesible como Paraguay, es una gran noticia. En los Mundiales, los campeones son los que no dejan de crecer con el paso de los partidos. Tuvo ocasiones España para cerrar el partido con holgura y vivir un final tranquilo, sobre todo una de Sergio Ramos y otra de Llorente de cabeza en el minuto 86, pero no lo hizo y hubo que apretar los dientes hasta el final, una labor que lideró Joan Capdevila, impecable en los instantes finales.