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Un G-20 dividido

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La reunión del G-20 ha terminado dando un respiro a los bancos, que no se verán sometidos a reglas más estrictas por ahora ni tampoco a una tasa global. EE UU en su ámbito doméstico sí ha endurecido las reglas sobre las actividades financieras de más riesgo. Pero el resto del G-20 no ha querido seguir el ejemplo de la superpotencia y ha dejado para su entrada en vigor sólo a medio plazo una serie de medidas orientadas a exigir mayor capital a los bancos para hacer frente a pérdidas y a someterlos a unos criterios de liquidez más exigentes. En cuanto a las recomendaciones económicas, la Administración Obama era partidaria de no dar un frenazo ahora a las políticas de estímulo, porque teme que la salida de la crisis es muy débil. Sin embargo, Alemania ha conseguido que suficientes miembros del G-20 acepten su visión de austeridad, que llevaría al compromiso de todos de rebajar el déficit a la mitad en 2013. EEUU, finalmente, ha retirado de la agenda la petición a China de cambiar los criterios sobre la cotización de su moneda y dejar de infravalorarla por razones comerciales. Por un lado, prefiere tratar este asunto en el ámbito bilateral. Por otro, posiblemente ya no se fía tanto de sus socios europeos, reacios a seguir sus recomendaciones.