Declive de la Audiencia
El procesamiento de Garzón puede señalar el principio del fin de la justicia excepcional
Actualizado:Quizás no sea pura coincidencia que la misma jornada en que los tres aspirantes a ocupar la vacante de Garzón intentaban parecer serenos a la espera de la decisión del Consejo, la agitadora jueza Margarita Robles cuestionara en público la utilidad de la Audiencia Nacional (A. N.). Hace once años su entonces jefe y amigo, Juan Alberto Belloch, a la sazón biministro de Justicia e Interior, no se recataba en aconsejar a Felipe González que «volase» la A. N. porque se había convertido en un poder dentro del Poder Judicial y propiciado la eclosión de los denominados por entonces un poco hiperbólicamente «los indomables». Felipe González intentó desactivar al juez que sustentaba la imagen de la Audiencia por el camino de la ambición política. Pero la colisión entre Belloch y Garzón, en pugna por el poder ministerial, terminó con el triunfo del primero y la venganza del segundo hasta el punto de que la opinión pública española estuvo apunto de descubrir a la X de los Gal. Ahora, con la elección de un discreto juez, Pablo Ruz, para ocupar el trono de Baltasar -en lugar del optar por el clónico Vázquez Taín, 'el Garzón gallego'- se cierra un ciclo que presagia el declive de la A.N. mientras palidece el brillo de una generación de jueces estrella.
El enigma es si el bucle se acabará cerrando al compás del declinar del terrorismo y un venidero proceso anunciará la cancelación del tribunal de excepción. No son pocos los magistrados, juristas y maestros del derecho incondicionales del regreso a la justicia sin excepciones. De que se vaya borrando el rastro que el terrorismo dejó en la estructura judicial española. Porque el acoso excepcional de la violencia al estado engendró también entidades excepcionales. Porque el mismo día en que se derogaba el T.O.P. (Tribunal de Orden Público) símbolo de la represión político-judicial de la dictadura se creaba la A. N. como órgano centralizado y especializado para combatir los delitos de terrorismo. Ese estigma de heredero de aquel tribunal ha planeado durante décadas sobre la institución a pesar de sus esfuerzos por aplicar el brazo judicial -con relativo éxito- a desmantelar tramas de delincuencia económica, o crímenes contra la Humanidad. Siempre ha existido en el fondo de su razón de ser una rectificación objetiva de competencias que entra en colisión con los principios del juez natural. Pero en compensación ha construido una corporación judicial especializada que ha demostrado no sólo su eficacia contra la conjura extremista que amenazaba la democracia y el estado sino que ha liberado de la espinosa tarea de juzgar sobre el terreno a los magistrados en el País Vasco. Pero simbólicamente el procesamiento de Garzón puede señalar el principio del fin de la justicia excepcional.