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PAN Y CIRCO

ESTE NO ES EL CÁDIZ

KEKO RUIZ
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Este engrendo que ha vuelto a Segunda B un año después no es el Cádiz. Sólo basta con ver las decisiones que en los últimos años han venido tomando sus dirigentes para saber que estos señores han venido a servirse, a salir en la foto (cuando las cosas ruedan bien) y a poner cara de no haber roto un plato cuando una y otra vez meten la pata.

Esto es una merienda de negros a la que no hemos sido invitados, pero de la que sufrimos las consecuencias sin que nadie parezca capacitado para decir basta. Las autoridades municipales hace tiempo que debían haber puesto algo de orden en una casa que funciona a golpe de inoperancia. La cantera es una utopía que sólo sirve para alimentar otros banquillos de clubes más prestigiosos. La crítica deportiva anda bajo mínimos y más pendiente del lucimiento personal que de los desmanes que se cometen en nombre de una sociedad que pretendía celebrar su más que discutible centenario en loor de multitudes y lo va a hacer descorchando un par de litronas y abriendo un paquete de kikos. Los personajes de cómic que últimamente pululan por el club, caso de Javier Moyano, invitan a temerse lo peor porque la próxima temporada tendremos al mismo chucho pero con distinto collar. La oposición es un ente que pulula en una dimensión desconocida y que, a día de hoy, sigue sin tener los suficientes arrestos para recuperar el timón de una nave que zozobra por la absoluta inoperancia de Antonio Muñoz y por la dejadez de una ciudad a la que mientras le quede la playa, el Carnaval y la Semana Santa, todo lo demás parece importarle un pimiento. El cadismo es un estado de ánimo por los suelos que se ha convertido en el bonito recuerdo de un siglo XX en el que el Cádiz CF estaba gestionado por señores, precisamente lo que uno no se encuentra en estos momentos por el estadio Carranza ni incluso mirando por un telescopio atómico.