Un G-20 conflictivo
EE UU y Europa acuden a Toronto con recetas distintas para salir de la recesión
Actualizado: GuardarTras una reunión del G-8 y con una cena celebrada anoche en Toronto comenzó la cita de jefes de Gobierno del G-20, con ausencias notables y a la que España acude como invitada cada vez más permanente. Este foro, sin duda el más decisivo para organizar la globalización, aparece esta vez más desunido que nunca, tanto en lo referente a las políticas más adecuadas en la fase actual de la salida de la recesión mundial como en lo tocante a la reforma financiera que ha de aplicarse para evitar recaídas. Obama llega a la cita reforzado por el éxito de haber sacado adelante su reforma del sistema financiero, que incluye una importante regulación bancaria y de protección al consumidor. Y, ya con los grandes equilibrios recuperados, el presidente norteamericano, fiel a su filiación progresista, pretende que se mantengan los estímulos fiscales para consolidar el crecimiento. Posición que contrasta con las conveniencias de China –que ya está lejos de la recesión– y de la Unión Europea, que ha generado un consenso conservador que da preferencia absoluta a la estabilidad sobre el crecimiento; de hecho, el, a juicio de muchos, innecesario gran ajuste alemán arrastrará a varios países periféricos de la Eurozona, España entre ellos, a una nueva fase de recesión. Sí coinciden Europa y Estados Unidos en la conveniencia de establecer un impuesto sobre los activos de los grandes bancos para recuperar el dinero público invertido en rescates bancarios; lejos de un acuerdo está en cambio la tasa sobre las transacciones financieras, que defiende la UE y que encuentra objeciones de importancia. En Toronto, como mucho, se intentará buscar vías de acuerdo para la próxima cumbre, en noviembre en Corea del Sur. En este marco, el presidente Rodríguez Zapatero ha llegado a Toronto con la intención de reclamar transparencia en los mercados –España ha padecido turbulencias debidas a la circulación de rumores opacos–, defender el sistema español de supervisión financiera –que es modelo para otros países–, apoyar la publicación de las pruebas de esfuerzo de las instituciones bancarias y exponer sus planes de austeridad ante el déficit, en línea con la estrategia europea.
IU busca espacio
Izquierda Unida puso ayer en marcha una «refundación» con un doble objetivo: poner término a una etapa cainita de fuertes enfrentamientos internos y tratar de abarcar íntegramente el espacio a babor del PSOE, incluyendo en su proyecto político a «la izquierda que no es IU», como rezaba uno de los lemas de la reunión. Para tales fines ha organizado una asamblea abierta, presentada por el poeta Luis García Montero, a la que han asistido unas 900 personas y en la que han intervenido personalidades variopintas de dentro y de fuera de IU. El coordinador general, Cayo Lara, ha explicitado sin embargo la estrategia que ha puesto en marcha la coalición y que consiste en reclamar los votos socialistas a los que la política del Gobierno frente a la crisis ha distanciado del PSOE. «Ha llegado la hora de la transfusión. La base social desencantada con el PSOE tiene que venir a esta fuerza política», ha dicho el líder de IU, quien también se ha mostrado partidario de «que el pueblo rescate la democracia» secuestrada por los mercados: «tenemos que disputar a los poderes financieros la salida de la crisis», ha concluido Lara. El designio es hábil: tras el ajuste, IU tiene a estribor un segmento del socialismo perplejo que fácilmente podría entrar en su redil.