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Luces y sombras
El Ejecutivo tuvo que renunciar a cumbres de relumbrón, pero logró relanzar el acuerdo con Mercosur
MADRID. Actualizado: Guardar«El Gobierno español se había marcado un proyecto muy ambicioso y seis meses no dan para ponerlo todo en marcha, pero habrá un antes y un después de las políticas de la UE después de la presidencia española», dice el portavoz del PSOE en la Comisión Mixta para la Unión Europea, Juan Moscoso. De los objetivos comprometidos, algunos han quedado en meros esbozos o han sido víctimas de escaramuzas burocráticas, como la orden transfonteriza de protección de víctimas del maltrato. Otros, como la iniciativa legislativa popular, han salido adelante.
El logro que nadie discute al Ejecutivo es el acuerdo para desatascar las negociaciones con Mercosur. «Otros lo intentaron antes -recuerda Moscoso- y no lo consiguieron. Con ello hemos conseguido que la UE tenga una relación exterior más global porque veníamos de una época en la que estábamos centrados sólo en los países del Este». A este avance se une la firma de acuerdos de libre comercio con América Central, y con Colombia y Perú, que moverán miles de millones de euros.
Los socialistas también sitúan en el haber la celebración de la primera cumbre con Marruecos, que tuvo lugar en Granada. Con ella, se pretendió impulsar una hoja de ruta que tiene como objetivo final crear un espacio económico común, lo que implica la libre circulación de mercancías, servicios capitales y personas.
El batacazo vino en cambio con la negativa de Barack Obama a participar en la cumbre de la UE-EE UU. Los estadounidenses compensaron a Zapatero con una visita del vicepresidente, Joe Biden, y elogios continuos. La primera potencia mundial tiene que agradecer el empeño de España en aprobar el llamado acuerdo 'Swift' para el intercambio de datos bancarios en el marco de la lucha antiterrorista, pero en todo caso el Gobierno vio frustrada su idea de renovar la Nueva Agenda Trasatlántica suscrita en 1995.
Una oportunidad de protagonismo perdida, después de que la entrada en vigor del Tratado de Lisboa cortara ya las alas a los planes españoles de recorrer medio mundo en su semestre. El Tratado establece que es el presidente permanente de la UE, es decir, Herman Van Rompuy, quien preside las cumbres, que, además, deben tener lugar en Bruselas y no en el país que ocupe la presidencia rotatoria. Tras negociar, el Ejecutivo salvó de la quema los encuentros ya previstos en España, pero Zapatero se quedó sin ir a Rusia, a Japón y a Canadá.
Tampoco pudo celebrar la cumbre Euromediterránea, pospuesta al otoño, vistas las nulas posibilidades de éxito. «Fue un ejercicio de responsabilidad -defiende Moscoso-; si se hubiera priorizado la foto y no los objetivos nos habríamos encontrado con un fracaso y la prueba está en que el ataque de Israel a la 'flotilla' con destino a Gaza se produjo justo en las fechas en que estaba prevista la cita».