Bielsa, atento en el encuentro ante España. :: EFE
UN DÍA EN SUDÁFRICA

Bienvenidos americanos

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Aeste paso, el comité organizador del Mundial de Sudáfrica va a tener que cambiar la canción oficial del torneo. El cronista, de hecho, cree que ya hay razones sobradas para sustituir el vibrante y ondulante 'Waka-Waka' de Sakhira por el eterno 'Americanos, os recibimos con alegría' que los habitantes de Villar del Río cantaban en 'Bienvenido, mister Marshall'. Y es que la Copa del Mundo 2010 está asistiendo a un cambio histórico en la correlación de fuerzas del fútbol. Por primera vez, las selecciones americanas son superiores en número a las europeas en una segunda fase. Hasta siete de sus ocho representantes han conseguido el pasaporte para octavos. América, en fin, ya es mucho más que Brasil y Argentina, las dos únicas selecciones que venían cuestionado el dominio europeo en los últimos sesenta años.

Frente a esta exhibición, la vieja Europa languidece. Sólo le quedan seis balas: España, Inglaterra y Alemania, que hoy se verán las caras en Bloemfontein, Holanda, Portugal y la sorprendente Eslovaquia. Dos históricas como Francia e Italia ya están en casa, sometidas a la marejada de la indignación popular, y otras como Grecia, Eslovenia, Dinamarca, Serbia y Suiza han pasado por el Mundial sin pena ni gloria. A estas dos últimas, eso sí, les queda al menos el consuelo de haber vivido su momento de gloria cuando vencieron a Alemania y a España, respectivamente. El problema es que luego, en la hora de la verdad, la pifiaron de mala manera: los serbios perdiendo con Australia y los suizos, empatando con Honduras.

¿A qué se debe la pujanza del fútbol americano? Vicente del Bosque insiste mucho en la importancia que tiene el gran número de partidos que juegan en las fases de clasificación. «Más que selecciones, son verdaderos equipos», dice. En esto último no le falta razón. Cada uno con su perfil, Estados Unidos, México, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina son verdaderos equipos. Sin embargo, los americanos llevan jugando muchos partidos toda la vida y es justo ahora cuando han dado el salto. El estirón. De modo que no sólo puede tratarse de una cuestión de número. La impresión es que las selecciones del otro lado del océano han conseguido, por fin, combinar su calidad técnica con el rigor táctico y la respuesta física que siempre han ofrecido las grandes selecciones de Europa.

El mejor ejemplo de la buena organización y del sentido coral del juego que están ofreciendo las selecciones americanas es la Chile de Marcelo Bielsa, uno de los grandes personajes del Mundial. Se agradece, la verdad, el papel relevante que está teniendo 'El Loco' en Sudáfrica tras su fracaso en Corea y Japón, donde los 7.000 vídeos que se llevó para analizar a los rivales de Argentina no impidieron que la albiceleste cayera en la primera ronda. Bielsa se merece los focos. Ha hecho de Chile una selección a la que cuesta ardores de estómago encontrarle las vueltas. España sufrió en sus carnes a 'La Roja' latinoamericana. Y que a nadie le extrañe que Brasil vaya a pasar las de Caín para alcanzar los cuartos. Los pupilos de Dunga van a tener que esmerarse como no lo han hecho hasta la fecha.

El fútbol de los equipos de Bielsa, un hombre que habla mirando al suelo para que no le interpreten las miradas y es capaz de llamar a las cuatro de la mañana a un amigo para preguntarle si se ha fijado en cómo saca Zanetti los saques de banda, si hacia atrás, hacia el medio o hacia delante, es una conjura colectiva. Él siempre ha intentando que lo sea. En el inmenso anecdotario que existe sobre el técnico de Rosario suele destacarse un recuerdo de Nelson Vivas antes de un partido entre Colombia y Argentina. 'El Loco' entró en el vestuario y habló a sus jugadores. «En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre». ¡Qué tío!