Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Valdivia presiona a Xabi Alonso, que se retiró lesionado por las duras entradas que sufrió ante los chilenos. :: REUTERS
MÁS FÚTBOL

Como en un ring de boxeo

España tuvo que bregar en un centro del campo estrechado en el que recibió una falta tras otra

IVÁN ORIO
Actualizado:

La pizarra de Marcelo Bielsa, un maestro de la estrategia, estrechó anoche al máximo el centro del campo del estadio Lotus Versfeld de Pretoria hasta convertirlo en una cancha de fútbol sala salpicada de trampas en cada esquina. España se movía incómoda por la falta de espacio y por la presión asfixiante a la que le sometió Chile, un escenario insólito que desorientó a los creadores de 'La Roja' en la primera parte. Xavi no encontraba su sitio, Iniesta nunca recibía en superioridad, Xabi Alonso no tenía tiempo para pensar y Busquets bastante tenía con desembarazarse de los dos o tres rivales que se lanzaban hacia él cada vez que recibía la pelota. Había advertido la víspera el técnico argentino que la clave para superar a 'La Roja' era robarle la posesión, y los chilenos lo consiguieron. Los campeones de Europa jugaban sin brújula y sufrían.

La mejor prueba de que las cosas no funcionaban es que los reyes del 'tiqui taca' en la medular corrían sin criterio mientras veían pasar por encima de ellos balones y balones enviados casi siempre por Piqué sin un destinatario claro. Torres trataba de conectar, pero el madrileño sigue sin estar bien físicamente y llegaba tarde y mal. David Villa, por su parte, se pasó minutos y minutos sin ver la pelota, en tierra de nadie. Y los chilenos, mientras tanto, la movían con soltura y ofrecían una demostración de frescura en defensa, una frescura que incluso mantuvieron cuando estaban en inferioridad a base de bravura y una colocación excelente.

Pero, además de contra la presión, 'La Roja' tuvo que bregar contra una tropa que no dudaba en hacer falta cada vez que la primera línea de presión se rompía. Estrada, que, lo que son las cosas, acabaría expulsado por una segunda tarjeta amarilla injusta en la jugada del segundo gol de España, repartió de lo lindo y convirtió la cancha de fútbol sala en un ring de boxeo. La consigna, por tanto, era clara. Presionar y presionar y, si la línea se fracturaba, acoso y derribo. Los hombres de Vicente del Bosque no se habían visto en otra y, lo que era peor, ninguno de ellos encontraba soluciones para huir de las cuerdas y levantarse de la lona.

Es cierto que los chilenos corren como demonios -expresión que empleó Del Bosque para definir a los estadounidenses-, pero también que no les duelen prendas en dar leña sin disimulo. Que se lo digan a Xabi Alonso, que fue víctima de dos duras entradas que le dejaron renqueante y que obligó al seleccionador a sustituirle por Javi Martínez. O a Busquets, que se marchó con los tobillos doloridos. Pero, lo que es el fútbol, fue precisamente en este negro panorama, en el que los españoles no se reconocían, cuando llegó el tanto de Villa que abrió la lata tras un despeje horrible del portero Claudio Bravo.

Pacto de no agresión

En la segunda parte apenas se notó al principio que Chile estaba con uno menos. Dio un paso atrás, sí, pero los boxeadores bailaban sin descanso. Su recompensa fue un tempranero gol que volvió a abrir el partido. Con el transcurrir de los minutos Bielsa estaba ya más preocupado por lo que sucedía en el Suiza-Honduras que en Pretoria. Y se la jugó a una carta. Ordenó a los suyos que retrasaran su posición y esperaran. De esta forma envió un claro mensaje a Del Bosque: si España deja de atacar, nosotros no presionamos y ambos clasificados.

Y con este pacto de no agresión murió un combate que los campeones continentales se adjudicaron gracias a su pegada, justo lo que le ha faltado el resto del Mundial. El choque, no obstante, dejó algunas sensaciones preocupantes: Xavi, fundamental en la selección, todavía no ha llegado, y Cesc, que reclama más protagonismo, tiene la cabeza muy lejos de Sudáfrica. Lo mejor, que Iniesta ya está aquí.