PROYECTO
Actualizado:Este momento, en el que, desolados, contemplamos el edificio hundido, es la oportunidad esperada para elaborar un juicio fundamentado sobre los errores del proyecto redactado al comienzo de la temporada y la ocasión propicia para analizar la incompetencia con la que ha sido dirigido y ejecutado. La trayectoria irregular que el equipo amarillo ha seguido y el lugar que ocupa en la clasificación constituyen los argumentos definitivos para llegar a la conclusión de que los directores y los actores han sido ineptos para lograr esas modestas metas que ellos mismos se habían marcado. Ante unos hechos tan contundentes, la primera decisión debería ser, a mi juicio, cambiar inmediatamente al arquitecto con el fin de que, cuanto antes, un nuevo director elabore un plan detallado, realista y, al mismo tiempo, ilusionante. Los dirigentes deberían evitar dos visiones opuestas igualmente erróneas: la de 'forofo' que, con ingenuo papanatismo, sacraliza al equipo hasta tal punto que cree que es un valor absoluto, superior a otros como, por ejemplo, su familia o su trabajo, y la del 'pragmático' que concibe el fútbol, simplemente, como un negocio cuyo objetivo principal es ganar dinero. A los accionistas deberíamos recordarles que los colores azul y amarillo simbolizan esas legítimas ganas de triunfos, de los aficionados; por eso las derrotas producen una pena tan honda. El Cádiz, no lo olvidemos, es una plataforma dotada de una enigmática energía y de un inquietante misterio, un soporte que posee una amplia capacidad para unir a hombres y a mujeres de diferentes clases sociales, de distintas ideologías políticas y de diversos niveles culturales. El fútbol, con ese surrealismo vitalista, es un espejo de la vida cotidiana, ese inquietante rompecabezas del que estamos hechos. Éstas son las razones por las que hemos sentido, una vez más, tanta tristeza al contemplar cómo el barco se hundía sin remedio.