Chary Herrera, en su casa de San Fernando, desde donde espera muchas respuestas. :: ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

Denuncian el robo de bebés hace más de 30 años en Residencia

La Fiscalía recaba información pero aún no ha decidido si abrirá diligencias como ha hecho el fiscal jefe del Campo de Gibraltar

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Rosario, María, Chary y una vecina de San Fernando que prefiere no dar su nombre. Mujeres que llevan años con una corazonada que ahora late con más fuerza. Sospechan que sus hijos y una hermana recién nacidas no murieron como les dijeron en el hospital, sino que los entregaron a familias pudientes en época de dictadura franquista. Una primera denuncia a los medios en el Campo de Gibraltar ha provocado un aluvión de respuestas de posibles afectados de lo que sería un tráfico de bebés, cuyas víctimas comparten un mismo perfil: poca formación, escasos recursos y que se conformaron en un primer momento con la respuesta que le dieron. Ahora esperan que la Justicia les haga más caso.

Esa nueva esperanza viene de la mano del fiscal jefe del Campo de Gibraltar, Juan Cisneros, quien ha decidido abrir diligencias previas para esclarecer si hubo delito en una docena de casos que le han llegado a su oficina. Diez apuntan al hospital de La Línea y otros dos al de Algeciras. Seis meses tiene por delante para decidir si hay materia para presentar una denuncia formal en los juzgados o ya es demasiado tarde para investigar porque los delitos han prescrito. En ese caso, las diligencias se verían abocadas al archivo.

Del otro lado de la provincia, también están aflorando casos que guardan muchas semejanzas: Bebés que nacieron sin problemas pero que a las pocas horas los padres fueron informados de que habían fallecido. Hasta ahora se conocen cuatro familias en esa tesitura. Se han descubierto entre ellos, buceando en Internet o viendo los informativos de televisión donde otros afectados relataban sus experiencias. Dos de las supuestas defunciones de los neonatos se dieron en la antigua residencia de Zamacola (hoy Puerta del Mar) y las otras dos en la clínica San Rafael. «Aunque se produjeron cuando el Zamacola estaba en obras y derivaban a los enfermos hasta allí. Pero el personal que atendía a los pacientes era el del hospital».

Una mancha en el muslo

Quien habla es Chary Herrera, que busca a su hermana mayor, nacida el 10 de enero de 1975. Oficialmente murió la noche siguiente de su nacimiento por problemas en la gestación. «En el informe médico indica que era prematura y que nació con siete meses, cuando mi madre sabe perfectamente que la tuvo con nueve meses y en perfecto estado». La versión por escrito del médico difiere del comportamiento que vivió la madre al dar la luz. «La niña era preciosa, con mucho pelo y los ojos rasgados. Las enfermeras se la llevaban cada dos por tres para enseñarla a otras personas. Al menos eso es lo que le decían a mi madre». Chary hace un paréntesis para aportar un dato más de la descripción física de su hermana con la ilusión de que alguien se sienta identificado: «Tiene una mancha de nacimiento marrón, grande, de unos ocho centímetros, en un muslo».

La noche siguiente al parto, las enfermeras avisaron a la madre de que la neonata no estaba bien. Sólo habían transcurrido unas horas del alumbramiento. «Cuando mi padre llegó, sólo le enseñaron un cuerpo pequeñito cubierto de vendas. No le dejaron ver ni la cara». Dicen que fue enterrado en una fosa común del cementerio de San José en la capital. «Mi madre no asistió y mi padre no sabe qué había en la caja». Hoy están dispuestos a revolver esa historia.

Con la foto de su hijo

La búsqueda de Rosario Acevedo lleva años simbolizada en el rostro de su hijo. El 27 de abril de 1965 dio a luz gemelos en Zamacola. Los tuvo en sus brazos a los dos y compartió los primeros momentos hasta que le fueron a dar el alta. «El que había pesado menos, me dijeron que se tenía que quedar en el hospital. Insistí en verlo y una enfermera me abrió una especie de cuarto y me lo encontré vestidito encima de una mesa». Rosario recuerda que poco después llamaron a su marido para informarle que su hijo había muerto. «Sé desde el primer momento que me lo robaron, pero nadie me creía. Me decían que estaba loca. Quise denunciar pero la Policía se rió de mi cuando fui». Décadas después decidió colgar en Internet una foto del gemelo que se quedó con ella a la espera de que su hijo se reconozca en el rostro de un desconocido. Dice que tiene tres informes médicos de la defunción de su hijo con datos distintos, aunque ya no puede hacerle preguntas al médico que le trató porque falleció hace diez años.

Éste es precisamente uno de los problemas que existe en la investigación de unos casos que ocurrieron hace más de 30 años. La Fiscalía de Cádiz no ha tomado una decisión como sus colegas del Campo de Gibraltar. Saben que si indagan y hallan indicios de delitos como la falsedad documental (por enmendar certificados de defunción) o la sustracción de menores pueden haber prescrito. Pese a todo, está recabando información por si hubiera materia para abrir diligencias.