CARTAS A LA DIRECTORA

El teólogo José Arregui «pide la palabra»

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El teólogo franciscano vasco José Arregui ha roto su silencio impuesto y ha «pedido la palabra». La jerarquía le condenó a más de 9 meses de silencio. No le había gustado que el teólogo denunciara en público lo que todos los curas de San Sebastián sabían: que el nuevo obispo Munilla tenía carpetas sospechosas en su ordenador (con el nombre de «mafia») y ficheros de curas donostiarras «fichados». Por eso y por otras muchas cosas, Arregui se había manifestado abiertamente en contra del nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián, por su línea eclesial muy conservadora y muy distinta del anterior obispo Uriarte. Él aceptó ese obligatorio silencio. Pero ahora ha «pedido la palabra» porque no puede aguantar más estar callado. Más cuando se sabe ahora que el obispo Munilla ha presionado a los superiores franciscanos de Arregui para que le den un ultimatum: «o el silencio para siempre o el destierro a Latinoamérica» «Debéis callar del todo a José Arregui. Yo no puedo, hasta dentro de dos años (hasta que haya tomado las riendas de la diócesis), adoptar directamente esta medida contra él. Pero ahora debéis actuar vosotros. Os exijo que lo hagáis». Uno se queda de piedra cuando lee estas cosas. ¿Qué clase de obispo es Munilla? ¿Cómo un pastor utiliza esos métodos represivos y antievangélicos contra un teólogo religioso de su diócesis tan estimado por el pueblo? Ya han empezado a oírse muchas voces contra esta decisión tan autoritaria del obispo. ¿No hay nadie en la Iglesia que llame al orden a este obispo? Desde aquí mi solidaridad con el teólogo Arregui, de quien he leído magníficos escritos teológicos y espirituales, y mi denuncia personal contra todo tipo de autoritarismo en la Iglesia. Son este tipo de actitudes verdaderamente caciquiles de los obispos e incomprensibles desde la referencia de Jesús en su Evangelio. La verdadera autoridad es la del servicio que Jesús nos dejó en la imagen del lavatorio de los pies a sus discípulos. Felicito al teólogo por haber recuperado su libertad perdida. Es cierto que a veces, para eso, es necesario buscar espacios de libertad lejos de las presiones de las instituciones eclesiásticas o religiosas. En este sentido el ejemplo de José María Castillo que se vio obligado dejar la Compañía de Jesús es muy claro. Por eso ahora puede escribir con total libertad desde su blog: «Teología sin censura» (http://josemariacastillo.blogspot.com). Aunque todas las decisiones personales son muy respetables en cada caso. Y, por último, estoy con él cuando afirma: «Esta es mi Iglesia y en ella me quedaré. Pero en ella quiero ser libre y, como antiguamente Zacarías, yo también pido una tablilla. No callaré sino ante el Misterio». Tampoco nosotros los cristianos podemos quedar callados ante hechos tan lamentables como los que estamos comentando.