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Una mujer llora en la puerta de la basílica de Jesús del Gran Poder. :: EFE
Sociedad

El Gran Poder

El detenido por mutilar la imagen de Jesús del Gran Poder podría enfrentarse a una pena de hasta tres años de cárcel

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De entre todas las posibles motivaciones que mueven a quienes atentan contra una obra arte -móviles religiosos, políticos, un mal entendido sentimiento iconoclasta e, incluso, el fetichismo-, el desequilibrio psiquiátrico es una de las más frecuentes. Sólo desde esta explicación se entiende que el 21 de mayo de 1972, Laszlo Toth, un geólogo húngaro residente en Australia, se abriera paso entre la multitud que en ese momento visitaba El Vaticano y asestara quince martillazos a la Piedad de Miguel Ángel. «¡Soy Jesucristo, soy Jesucristo y he regresado de la muerte!», gritaba Toth mientras destrozaba el mármol.

El caso de Luis C.O., un sevillano de 37 años que fue detenido el domingo por arrancarle un brazo a la imagen del Cristo del Gran Poder, recuerda, en muchos aspectos, al de Laszlo Toth. Según algunas informaciones, el detenido, que está acusado de un delito de atentado contra el patrimonio histórico artístico, habría tratado de justificar su acción declarándose, textualmente, «el hijo de Dios». Evidentemente, y a pesar de la ofuscación mental del autor de los destrozos, este se enfrenta a una pena de prisión de hasta tres años.

De momento se encuentra en una celda de la comisaría y podría pasar hoy mismo a disposición judicial. Después de la misa vespertina del domingo, Luis C.O. se acercó a la imagen -una talla del siglo XVII atribuida a Juan de Mena-, y la emprendió a golpes hasta arrancarle uno de sus brazos. Gracias a la intervención de un policía de paisano que en ese momento se encontraba en la basílica, el agresor pudo ser reducido rápidamente. Según algunas fuentes, al ser interrogado por el incidente, el detenido habría dicho: «El Hijo de Dios soy yo».

Aparte de los daños causados en uno de los brazos, el exaltado propinó varios golpes en el pecho de la talla que reproduce al Jesús del Gran Poder, una de las imágenes más veneradas en Sevilla, ciudad que reúne uno de los universos cofrades más atractivos de la Semana Santa española. El Gran Poder está considerado el Cristo más bonito de la ciudad, según una encuesta realizada a los propios sevillanos, y por eso el ataque ha causado una gran conmoción. Afortunadamente el daño provocado en la talla es «reparable», y ésta podrá ser totalmente restaurada. Eso es, al menos, lo que ha declarado el hermano mayor de la Hermandad del Gran Poder, Enrique Esquivias: «Dentro de la gravedad, parece que los daños se podrán solucionar sin mayores complicaciones», reconoció.

Respecto a si el agresor padece algún tipo de perturbación mental, el delegado del Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón, dijo ayer que «tendrán que ser los forenses quienes determinen si ha habido alguna circunstancia psicológica que haya podido influir en tal acción».