El español celebra su triunfo con un gran salto en el podio. :: REUTERS
CRONICA

Lorenzo se queda solo

Sin Valentino Rossi en liza, el mallorquín se convierte en el monologuista de MotoGPNo hubo emoción en Gran Bretaña. El balear dominó una carrera en la que sólo sufrió al principio

SILVERSTONE. Actualizado: Guardar
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El reclamo de Valentino Rossi y la irrupción en escena de un desairado Jorge Lorenzo eran suficiente cebo para que MotoGP tuviera el tirón propio de una cilindrada reina. Sin el campeonísimo italiano sobre el asfalto, la categoría se queda tan coja como lo está en su convalecencia el piloto de Urbino.

Una camiseta serigrafiada con una estampa de 'the doctor' con el pie lastimado reposando en alto y el lema 'Torno subito' (vuelvo pronto) es el halo de esperanza al que se aferran los aficionados si lo que le espera a la competición es lo visto ayer domingo en el retorno motero, veinticuatro años después, a Silverstone.

Porque si ya da cierta grima ver una parrilla de salida reducida a quince unidades, no resulta menos antiestimulante que la pelea por la victoria se reduzca a un par de minutos de los 41 que duró la actuación del monologuista que lidera el certamen.

Jugaron en vano al gato y al ratón unos y otros a la hora de optimizar el compuesto elegido en relación con la temperatura alcista que convirtió las carreras británicas en inesperadamente estivales. Todas las gomas aguantaron el castigo.

Se presumía que Lorenzo era el claro favorito, sin duda. Y no se contaba con un exceso de adrenalina producida por un Dani Pedrosa que se había ido al suelo el sábado y en el 'warm up' matinal dominical. Su Honda acusó, más que él, las consecuencias de la fuerza de la gravedad. Pero el Mundial no se reduce, sin Rossi, a ambos españoles.

Siempre se espera más, por ejemplo, de esos cohetes colorados sobre los que vuelan Stoner y Hayden, que de una vez por todas deberían alcanzar la regularidad que se le debe exigir a Ducati.

Ducati, desilusionante

La ilusión, esperanza, emoción... ese sentimiento de incertidumbre innato a las carreras duró lo dicho antes, poco más tiempo de los dos minutos por vuelta que emplean las monturas de MotoGP en cubrir los 5.902 metros del trazado más largo del almanaque.

Eso sí, fue un primer giro épico, antológico... e interruptus. Lorenzo tomó el mando, Pedrosa se lo contestó en dos ocasiones y el mallorquín otras tantas se defendió como si en aquel puñado de metros iniciales se escondiera la combinación de la caja fuerte.

El castigo para el barcelonés fue un par de extraños que su mente tradujo como una señal del destino. En adelante, el binomio piloto-moto se resintió y la falta de confianza comenzó a retrasar al de Honda, que acabó hundido más allá del ecuador de la anémica lista de inscritos.

Lorenzo desestimó las sorpresas. Para ello, tiró como si las vueltas rápidas le supusieran una plusvalía. Su frenético ritmo, pese a rodar en solitario, se debió a poner tierra de por medio ante una hipotética merma de la calidad de sus neumáticos, lo que no ocurrió. Consumada media carrera gozaba de ocho segundos de ventaja, lo que en este negocio es un mundo de ventaja. En lontananza, Dovizioso evitó riesgos. En su pilotaje, con el pie izquierdo fuera del estribo en la curvas de izquierda. Y en su táctica, abriendo un hueco suficiente para que los De Puniet, Hayden, Spies y compañía entendiesen que su lucha sería por completar el podio.

A ellos se unió un Stoner lastrado con un muy deficiente en la arrancada (último), pero que a base de recuperaciones convirtió en un aprobado holgado. Llevó su Ducati hasta el grupo que litigaba por el bronce y de haber mediado un par de vueltas más posiblemente el australiano se lo hubiera colgado del cuello.

Homenaje a los Beatles

No fue así porque el pulso definitivo enfrentaba a una pareja americana forjada en el antropófago mundo de las Superbikes. En sus procelosas aguas, los pilotos viven de atacar y de esperar el error del prójimo. Lo cometió Hayden a tres curvas de la seda arlequinada y Spies se lanzó a su yugular en un visto y no visto con el aviso de la bicha del cascabel.

La ocasión lo merecía y el fin de fiesta de Lorenzo fue un guiño para asegurarse los parabienes locales. Junto a tres amigos, vistiendo casacas similares a las diseñadas en su día por el mexicano Manuel Cuevas, compuso la portada del 'Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band' en homenaje a The Beatles. Aquel álbum del final de los 60 incluía una canción que viene que ni pintada. 'Getting better' (Cada vez mejor). En ello está el mallorquín, que ya está cogiendo una ventaja con respecto a Rossi muy importante, aunque no definitiva.