Vista general del estadio donde juega hoy España. :: EFE
UN DÍA EN SUDÁFRICA

Ellis Park, lugar sagrado

El campo donde España se enfrenta hoy a Honduras se llama ahora oficialmente Coca Cola Park

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Hay estadios que te hablan. Entras en ellos y escuchas el eco del pasado, que te viene contando viejas historias de triunfos y derrotas, de héroes y villanos. El buen aficionado se emociona cuando visita uno de estos lugares sagrados. Es imposible resistirse a su poder de evocación. Uno visita Olimpia y, caminado entre sus ruinas, no puede dejar de sentirse abrumado por el peso de una memoria de siglos. A otro nivel más cercano en el tiempo, todos conocemos estadios que tienen una pátina de leyenda. El cronista siempre ha pensado que San Mamés, la vieja Catedral, es uno de ellos, y sabe que nada será igual cuando la piqueta lo derribe y los partidos del Athletic se disputen en otro escenario más moderno, cómodo y funcional en el que, sin embargo, ya no se escucharán las voces del pasado.

Ellis Park, donde España se enfrentará hoy ante Honduras, es uno de estos lugares míticos. Caía la tarde sobre Johannesburgo cuando accedimos a él para observar durante quince minutos de reloj, ni uno más ni uno menos, como dicta la FIFA, el entrenamiento de España. El estadio, con capacidad para 55.686 espectadores, impone. No es un coliseo nuevo y enorme como el Moses Mabhida de Durban o el Soccer City de Soweto, estadios recién nacidos en los que, al entrar, lo primero que uno siente es que acaban de irse los pintores. Ellis Park, en cambio, tiene sabor. Poso. Leyenda. En los dos últimos años se han realizado en él importantes mejoras para tenerlo reluciente de cara al Mundial: accesos para minusválidos, zonas de prensa, palcos vips en los dos pequeños graderíos que separan la tribuna baja y la alta, y un soberbio marcador electrónico. Más allá de ese 'lifting', Ellis Park conserva su alma.

Al cronista, de hecho, le parece un sacrilegio que al estadio, situado cerca del populoso barrio de Hillbrow, se llame ahora oficialmente Coca Cola Park. Hay gente que no entiende nada. ¡Coca Cola Park! ¡Anda ya! En eso piensa cuando sube las escaleras que dan acceso al graderío y tiene la primera visión del campo. Respira hondo y hace un esfuerzo por escuchar aquellos aplausos que el 24 de junio de 1995 cambiaron la historia de Sudáfrica; al principio unos pocos y tímidos aplausos de sorpresa, teñidos de algunos silbidos de reprobación; luego unos aplausos más intensos y, por último, unos aplausos cerrados y conmovidos. Nelson Mandela, que llevaba trece meses en la presidencia del país, entraba en Ellis Park con la camiseta de los 'Springboks', los héroes del poder blanco que le había tenido a él 27 años en prisión. Llevaba el número 6, el de Francois Piennar, el capitán sudafricano al que acabaría entregándole la copa del mundo tras una increíble victoria frente a los 'All Blacks'.

No ha sido ésta, sin embargo, la única gran historia que se ha vivido en el campo de los Orlando Pirates desde que el concejal JD Ellis decidiera su construcción en 1928. En Ellis Park, por ejemplo, nació el nombre de 'los Pumas', con el que se conoce a la selección argentina de rugby. Fue en 1965 cuando, a raiz de una exitosa gira de los albicelestes por la entonces Rodhesia del Sur y por Sudáfrica, que incluyó una gran victoria sobre los 'Springboks' junior, la prensa sudafricana bautizó a los argentinos como 'pumas' por el yaguareté que los jugadores llevan dibujado en sus camisetas. Otros recuerdos son mucho menos gratos. El 11 de abril de 2001 se produjo en Ellis Park la mayor tragedia deportiva de la historia de Sudáfrica. 43 personas murieron intentando entrar al estadio para presenciar un partido entre los Kaizer Chiefs y los Orlando Pirates. Nadie lo ha olvidado. Nada se olvida en Ellis Park. Todo lo que en él se vive queda allí, concentrado en el aire. Para siempre.