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Kaká celebra con Luis Fabiano el primer gol que adelantó a los brasileños frente a Costa de Marfil. :: EFE
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Brasil avanza con paso firme

La 'canarinha' recupera los goles de Luis Fabiano y los pases mágicos de Kaká, que fue expulsado, para dejar a los 'elefantes' agonizantes

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Con pragmatismo europeo, toques de magia brasileña y pegada de campeón, a la 'canarinha' le sobró para sellar su segunda victoria, avanzar hacia octavos y dejar con el agua al cuello a Costa de Marfil, un símbolo más de que el fútbol africano retrocede justo en su Mundial. Además de ganar y de clasificarse, Brasil celebró dos excelentes noticias, el reencuentro de Luis Fabiano con el gol y de Kaká con las asistencias.

Le falta continuidad pero al menos el madridista participó en dos acciones decisivas, aunque le sobraron dos detalles innecesarios, ya con todo resuelto, que le costaron la expulsión y descansar ante Portugal. Es verdad que no golpeó con el codo el rostro del teatrero adversario, pero nunca tiene que entrar en la guerra abierta por unos marfileños que no supieron perder.

Dunga no engaña a nadie. No tiene dobleces en su discurso. Hizo carrera en Italia y lo lleva a gala. Siempre habla de equilibrio, de defender bien como premisa indispensable para que luego decida el talento. Lo expone y lo pone en práctica con un Brasil que no enamora pero sigue muy firme su singladura por el Mundial de Sudáfrica. Hay gestos durante el partido que ejemplifican su propuesta. Señales inequívocas de que los jugadores están con él porque ganan. Sólo desde la obsesión defensiva se puede entender, por ejemplo, que Lucio abronque a Luis Fabiano por no presionar la salida de Costa de Marfil. O que el propio central del Inter pierda un balón casi en el córner lejano y haga una falta táctica ahí mismito. O que Dunga exija a Elano, un supuesto hombre de banda, que se venga al centro y se junte más a Gilberto Silva para cerrar espacios.

No había hecho nada Brasil hasta el gol. Apenas una internada de Robinho en la que pecó de individualista. El juego era insulso, monótono, como si unos y otros quisieran firmar un empate que les dejase bien colocados de cara a la jornada final. Pero al fin apareció el trío Robinho-Kaká-Luis Fabiano, tan deseado por los brasileños, para marcar diferencias. El extremo tocó, el madridista metió un balón en profundidad y el sevillista descerrajó un disparo seco. Entró por el poste de Barry, inseguro portero del Lokeren belga, pero era un misil.

El gol fue festejado como el hallazgo de un tesoro. Por un lado, los que lo buscaron y encontraron y por otro, junto al banquillo, los que se encargaron de vigilar las espaldas de los valientes. Es un equipo marcial, sin 'jogo bonito' pero con espíritu. Por algo habrá ganado en el tiempo con Dunga una Copa América y otra Confederaciones. Costa de Marfil intentó salir con algo más de osadía que ante Portugal, pero siempre desde ese perfil también europeo que le inculca el sueco Eriksson.

Agarrotados

Los 'elefantes' están muy pesados, agarrotados, anhelantes de poder recuperar a Drogba, su líder. Pero el ariete del Chelsea bastante tiene con no caerse y resentirse en ese cúbito recién fracturado. Con Yayá Touré, Tiote y Eboué en el medio, a los africanos les sobra músculo pero les falta precisión. Un tiro de Dindane, bien atajado por Julio César, fue su única aproximación hasta el descanso.

Brasil cerró el partido en la segunda que tuvo, nada más reanudarse el choque. Un balón disputado por alto, dos sombreros de Luis Fabiano, en los que pareció ayudarse con el brazo, y un zurdazo que botó delante de Barry. Sólo entonces los 'Elefantes' intentaron salir en manada, pero jamás hicieron temer por la victoria al 'rey del mundo', que a la contra sacó brillo. Puso la guinda tras una sobresaliente jugada de Kaká que definió Elano, retirado poco después en camilla tras un choque. Brasil bailó samba hasta que Drogba marcó y los africanos les cosieron a patadas. Kaká cayó en la trampa.