EL RAYO VERDE

CAPACITACIÓN FRENTE A PROTECCIÓN

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Los acontecimientos se suceden a velocidad de vértigo y en tantos escenarios a la vez que es difícil saber qué está pasando. Sólo tengo dos intuiciones: que la verdad se sabrá cuando ya no nos sirva de nada (la especulación alemana, el 'diktat' de Bruselas, los pasivos ocultos de la Banca) y que lo que se está decidiendo ahora mismo construye ante nuestras propias narices un mundo nuevo, en el que la economía ha triunfado sobre la política, la socialdemocracia se enfrenta a su particular caída del Muro de Berlín y no hay ideas de repuesto ni líderes que den soluciones a una realidad cambiante e incierta. No queda ni siquiera el recurso a la alta retórica para mantener a raya la catástrofe, como decía Steiner. Ya no hay oradores, ni casi público, sobre todo creyente.

Como ahora no puede ser «protectora», dice Lakoff, la izquierda ha de volverse «capacitadora», o sea que debe quitar el andador al ciudadano y enseñarle a ser autosuficiente. Es lo que ha dicho en su reciente visita a España , invitado por los ideólogos del PSOE, este gurú de Obama que, de camino, ha venido a lanzar el enésimo puñal a Zapatero, al preguntarse si su cambio de política es coherente con sus valores y urgirle a que lo explique. A ver si puede.

El contexto ha cambiado, hay que revisar las viejas banderas, las estrategias, los prontuarios. Es la hora de la emancipación, de la mayoría de edad. De ahí al sálvese quien pueda hay un paso, si lo hay. A nuestra pequeña escala, la máxima también vale. El consejero de Gobernación, Luis Pizarro, instó el otro día en Chiclana a los empresarios a que «no lloren sino que tengan la valentía y la fuerza suficientes para combatir estos momentos de dificultades». Está claro que la falta de tejido empresarial es una de las grandes carencias de nuestra provincia, en parte debida a la cultura de la subvención y el escaso riesgo. Es el momento de dar alas a la corriente emprendedora que emerge. Javier Sánchez Rojas, vicepresidente de la Confederación de Cádiz, suele decir que hablamos de «emprendedores» para evitar decir «empresarios», que sigue sonando mal, y quizá tenga razón. Pero es otro tópico a desterrar. Conocí el otro día a un portuense del sector naval auxiliar que, lejos de irse a la rueda de prensa de lamentaciones de turno, se dedica a viajar por el mundo para buscar nuevos clientes. No confía, por supuesto, en que nadie de la administración le vaya a sacar las castañas del fuego.

Pero tampoco del lado de los trabajadores valen las mismas prácticas. Es así, aquí y ahora, en concreto, en el caso de la factoría de Airbus Military de El Puerto, el llamado CBC. Las movilizaciones sindicales de estos días inquietan en medios políticos responsables, conscientes de que en Europa, o sea en la central del consorcio, se mira hacia aquí con suspicacia, desconfianza, y hasta con extrañeza, pues no se entiende que una fábrica que en este momento tan crítico tenga asegurada carga de trabajo para 2011 y 2012 entre en conflictos laborales. Lo de menos, piensan, es que sea incorporada o no a la estructura central, o 'core', del grupo aeronáutico europeo. Mañana hay una nueva reunión con la empresa.