CALLE HONDA
Otro día les desvelaré el interés andalucista por poner tranvías. Pero si quieren ir investigando...
Actualizado:Un conocido político nacional, de nombre Felipe, de apellidos González Márquez, a la sazón quien durante mayor número de años ha ostentado el cargo de Presidente del Gobierno en nuestra etapa democrática, afirmó hace unos días que «rectificar es de sabios y de necios tener que hacerlo a diario». Tales declaraciones fueron realizadas en el marco de la presentación de un libro al que acudió Felipe González, cuando le preguntaron sobre el comportamiento de los actuales políticos, sujeto a un constante cambio de opinión. González llegó incluso a afirmar que «algunos políticos se adaptan a la opinión pública porque lo creen más democrático, mientras que otros lo hacen porque han perdido el pudor».
Por cierto, una nota al margen para que nadie se llame a engaño sobre el nivel intelectual del otrora presidente, o piense que se ha revelado como un magnífico filosofo: la citada frase no le es propia, sino que pertenece a un tal Cicerón quien, evidentemente en su idioma, el latín, afirmó: «Cuiusvis hominis est errare: nullius inisi insipientis in errore perseverare», o lo que puede ser traducción aproximada: «errar es humano, pero persistir en el error es de necios».
Me veo obligado a largar todo este rollo al inicio de las presentes líneas, por que sólo de ese modo uno acierta a entender lo que ocurre en nuestra ciudad con la Alcaldesa, al menos en lo que a la circulación por nuestras calles se refiere, aunque seguro que muchos de ustedes pueden adicionar otras experiencias en idéntico sentido a las presentes líneas.
Primero cambió el recorrido a varias líneas de autobuses urbanos que, después, han debido volver a su primitivo itinerario (valga como ejemplo la que realiza el trayecto entre la Rotonda de los Casinos e Hipercor); después debió recular con la calle Porvera en la que, recordarán, eliminó los estacionamientos e instauró el doble sentido de circulación, separando ambos con un llamativo murete de plástico, todo lo cual finalmente debió ser eliminado, para devolver la calle a su primitivo estado.
Ahora le llega el turno a la calle Honda que, tras año y medio cerrada a cal y canto al tráfico rodado, excepto residentes y, cómo no iba a ser de otra manera, coches oficiales (no iba ser la Alcaldesa quien diera la vuelta a la manzana como el resto de ciudadanos), se anuncia su inminente reapertura a todo el tráfico desde el próximo 1 de julio. Eso sí, hasta que se inicien las obras del tranvía que, por narices, pasará por la calle Honda.
Otro día les desvelaré el interés de los políticos socialistas andaluces por poner tranvías. Pero si quieren ir investigando, sirva como anticipo que el material móvil (los trenes) se construye en Linares (Jaén) en la factoría de Santana Motor (hoy Construcciones Ferroviarias CAF-Santana S.A.), a la que tantos millones de euros ha inyectado la Junta de Andalucía. Si no hacemos negocio fabricando vehículos todo terreno, pues nada a hacer vagones y que todos los pueblos andaluces tengan su propio tranvía. Pero de vuelta a la calle Honda, y con ello a las afirmaciones de Felipe González, uno llega a preguntarse si es que nuestra regidora cambia de opinión porque de esa forma se adapta a la opinión pública, y considera tal actitud como más democrática, o si simplemente los cambios de punto de vista responden a una pérdida de cualquier pudor.
Repasando mi personal hemeroteca, donde almaceno los más de dos centenares de columnas de opinión que he firmado en La Voz, compruebo que en algunas de ellas he afirmado que, entre las principales virtudes que valoro en los políticos, una de ellas es la capacidad para gobernar. Dicho de otra forma, ser capaces de crear unas directrices de gobierno, desarrollarlas y seguirlas con absoluta fidelidad, al margen de que las decisiones sean o no populares, reporten o no votos.
La actitud que vemos con la calle Honda, que lamentablemente se observa en otros muchos asuntos, tan sólo transmite una preocupante falta de ideas, así como una terrible incapacidad para gobernar porque, como dijo Santiago Carrillo (hoy me he levantado de un izquierdoso que asusto): «en la política el arrepentimiento no existe. Uno se equivoca o acierta, pero no cabe arrepentirse»...