«Shakespeare no fue un escritor comprometido»
Su última novela, 'El cebo', narra una investigación policiaca que se convierte en la emocionante cacería de un asesino en serie José Carlos Somoza Novelista
MADRID. Actualizado: GuardarNo se asombre el lector por el titular. José Carlos Somoza (La Habana, 1959) no intenta descalificar a uno de los escritores más trascendentes de la Literatura Universal. Todo lo contrario; su pasión por Shakespeare es «desmedida». Precisamente por eso decidió introducir al célebre dramaturgo inglés en su última novela 'El cebo'. En ella, el escritor español nacido en Cuba narra la emocionante cacería de un asesino en serie. Pero no se trata de una investigación policiaca al uso. Los micrófonos y las cámaras ocultas han dejado de ser efectivos. La tecnología ya no resulta útil para encontrar al homicida. Entonces, ¿cómo atraparle?
«Hay que darle lo que más desea», sentencia el autor. Así de simple. Precisamente por eso existen los 'cebos', una división secreta de la Policía Española. Hombres y mujeres entrenados desde pequeños para convertirse en el objeto del deseo de los criminales más peligrosos. Son maestros de la manipulación, actores, cazadores. A través de las obras de Shakespeare han aprendido a conocer la psique del enemigo y a dominar las técnicas para engancharle. «Usar a Shakespeare no ha sido un recurso de ficción del todo. Su obra, extraña como la que más, es un gran desafío, lo abarca todo. Nunca nos dijo como teníamos que comportarnos. Nunca fue un escritor 'comprometido' como se dice ahora. Sus personajes hablaban lo que opinaban y cada uno tenía sus razones», explica.
En 'El cebo' todo se mueve en torno al 'psinoma' de las personas, al instinto, a la necesidad de satisfacer el propio deseo. «¿Somos algo más que lo que deseamos? Imagine. De pronto conoce a la persona de la que se enamora. O ese al que más odiaba se convierte de repente en el que más ama. ¿Cosas misteriosas, mágicas, románticas? Le tengo una mala noticia. Su pareja no le pareció tan inteligente. Sus almas no hicieron contacto. Lo que pasó fue lo siguiente: la vio hacer determinado gesto o ademán en un decorado tal, o la oyó hablar en un tono exacto en el momento preciso y eso provocó que usted se enganchara». Somoza no habla por hablar. Estudió Psiquiatría, aunque después la abandonó por la Literatura. «Tuve pacientes. Eso se quedó muy grabado en mi memoria y sin duda ha contribuido a algunas de mis novelas, sobre todo a esta».
El ganador de galardones como La Sonrisa Vertical y también finalista del premio Nadal en el 2000, acepta que sus obras tienden a ser «inclasificables», aunque opta por incluirlas en el género de novela de misterio, y no de ciencia ficción. «La realidad no está tan separada de mi libro. ¡Vivimos en un mundo de cebos! La Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI y de las policías más importantes del mundo tienen un departamento que se dedica a investigar las conductas de asesinos en serie y terroristas; los analizan con microscopio», asegura.
En su extensa bibliografía -más de una decena de novelas- es común que asome algún personaje psicópata. «Siempre me han impresionado. Son personas que no se apasionan, que guardan a distancia los sentimientos, las emociones. Pero que mantienen un par de ideas fijas y van hacia ellas sin importar lo que haya alrededor». Según el autor, en nuestra sociedad hay muchísimos más psicópatas de los que pensamos. «Tendemos a reconocer a los más famosos: Hitler, Stalin, los asesinos en serie. Pero los peores son los que no están identificados y andan sueltos por la vida: el jefe tirano que está constantemente haciendo la puñeta, el empleado que se obsesiona y trepa para quitarle el puesto a su superior... Esos son los más peligrosos», sentencia.