Una crisis europea
Los próximos seis meses van a ser decisivos para el futuro de la moneda única
Actualizado:El Consejo Europeo con el que termina la triste presidencia española de la Unión se celebró ayer en Bruselas. A pesar de la declaración optimista de que ya no hay crisis con la que su presidente, el belga Van Rompuy, inauguró la sesión, la sensación es bien distinta en la mayoría de los 27 países. Los Gobiernos tienen que hacer frente a una penosa situación de escaso crecimiento y al mismo tiempo afrontar enormes problemas para financiar la deuda pública, mientras los mercados mundiales están apostando en contra de la recuperación europea. Todo esto en un contexto en el que Alemania sólo lidera reclamando austeridad y fuertes reducciones del gasto público para atajar el déficit, ya que no quiere transferir competencias nuevas a Bruselas o modificar el papel del Banco Central Europeo en la gestión de la economía europea. Por su parte, David Cameron, que se estrena en este foro, ha mantenido por ahora posiciones constructivas y conciliadoras. El riesgo de contagio de la situación de Grecia todavía es real. La atención en el Consejo Europeo se centra sobre España, la quinta economía de la UE, que acaba de presentar una reforma laboral muy esperada, después de un serio ajuste del gasto público y que, sin embargo, es percibido como muy al principio de un duro proceso de reformas. Nuestro país ha conseguido mucha visibilidad europea al final de este semestre, pero por las razones equivocadas, y debe cuanto antes trazar un plan económico coherente y sin más vacilaciones. En la reunión los Gobiernos quieren acordar medidas para controlar mejor la veracidad de los datos fiscales que cada país presenta a la Unión, sancionar a los incumplidores de los objetivos de déficit e incluso permitir que en la elaboración de los presupuestos otros países europeos puedan opinar. Quizá la media más simbólica pactada ayer ha sido una tasa a los bancos, de modo que sean éstos los que paguen cualquier rescate futuro y no los ciudadanos, una medida que se llevará también al seno de la próxima reunión del G-20. Finalmente, Estonia ha sido admitida a partir del 1 de enero de 2011 en el euro. Los seis meses que vienen serán decisivos para afianzar el futuro de la moneda única.