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Del Bosque da instrucciones a Torres y Navas antes de saltar al césped de Durban. :: REUTERS
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Cambio de escenario

La derrota ante Suiza obligará a Del Bosque a retocar el once contra Honduras

JON AGIRIANO
POSTCHEFSTROOM.Actualizado:

La derrota ante Suiza ha cambiado por completo el escenario de la selección. De repente, todo se ha oscurecido un poco. No es que haya regresado el viejo fatalismo español, pero lo cierto es que se han abierto algunas grietas y por ellas se han colado dudas y debates que no existían antes del partido del miércoles en Durban. No se trata, en este caso, de poner en entredicho el estilo de juego de España, que lleva cuatro años demostrando su belleza y eficacia. Sería absurdo cuestionar ahora, por un partido perdido, un tipo de juego que ha permitido a 'La Roja' no ya deslumbrar y ganar la pasada Eurocopa sino encadenar una racha de resultados -una derrota en 48 partidos- con muy pocos precedentes en la historia del fútbol mundial.

Por este lado, no hay discusión. Xavi Hernández, el portador del fuego en la selección, lo dejó claro en la zona mixta del Moses Mabhida de Durban. «No creo que haya mucho que cambiar. Nos faltó acierto en el último pase y en los remates a puerta. Nada más. Los partidos se deciden a veces en pequeños detalles y nosotros los tuvimos todos en contra. Pero de veinte partidos así, Suiza sólo nos gana uno», comentó. En realidad, el debate que se ha planteado tras el batacazo del miércoles va en otra dirección: la de cómo mejorar las actuales prestaciones de un equipo ante el que casi todos sus rivales adoptan una táctica extrema: defender a muerte y esperar un golpe de fortuna. Lo hizo Suiza, lo hará Honduras y, con toda probabilidad, lo hará también Chile, en su caso con un maestro de la estrategia como el 'Loco' Bielsa en el banquillo.

En este sentido, se puede decir que los problemas de España provienen de su propia grandeza. España impone. Da miedo. A ninguna otra selección se le juega con tanto respeto, con tanto miedo a permitirse una licencia, a dejarle un espacio libre, a darle un segundo de respiro. La selección tiene que derribar un muro de hormigón en cada encuentro y, para poder hacerlo, sobre todo en un Mundial, necesita algo más que ser fiel a sí misma. Necesita bordar su juego, algo que sólo es posible dando velocidad a su 'passing-game', acelerando la circulación, agitando el juego con dinamismo y energía desde el primer minuto. De lo contrario, como ocurrió en la primera parte ante Suiza, el equipo nacional acaba cayendo en el manierismo, en un exceso de retórica que puede resultar estomagante. Y es que una cosa es trabajar y madurar los partidos, como dice Vicente del Bosque, y otra bien distinta parecer por momentos el Botafogo jugando el trofeo Carranza. En el fútbol actual, despacio no se va a ningún sitio.

Aunque ayer defendió a los suyos aferrándose a la estadística del dominio abrumador que ejercieron en la estadística de disparos a puerta (24) y de posesión de balón (73%), el seleccionador es perfectamente consciente de que el equipo debe mejorar. No se trata de dar bandazos, como dijo ayer, pero sí quizá de dar con la tecla del once titular que, hoy por hoy, mejor pueda poner en práctica el estilo de juego de España. Y no es fácil. Por mucho que el grueso de jugadores sea el mismo, la situación actual poco tiene que ver con la de hace dos años. Lo de la Eurocopa fue una explosión colectiva de unos jugadores en un estado de forma excelente. Fernando Torres y Villa deslumbraron. Iniesta y Silva lo bordaron. Y Xavi acabó siendo designado el mejor jugador del torneo, una medalla que bien pudo colgarse un impresionante Marcos Senna. Es más, si Luis Aragonés dio con la tecla en Austria, ello se debió, en gran medida, a que la calidad y la potencia del hispano-brasileño le permitió jugar con un solo medio centro. No necesitaba más. Senna barría y repartía. Y no se fumaba un puro porque no le dejaban.

Dos años después, el paisaje es otro. A David Villa se le notó sin chispa y Fernando Torres acaba de volver a jugar tras una grave lesión. Iniesta ha llegado justo. Aunque protagonizó algunas de las mejores acciones ante Suiza, todavía no es el de Austria. Como tampoco lo es Silva por lo que se vio en Durban. Y Senna se ha quedado en casa penando tras una temporada machacado por las lesiones. España, pues, no está redonda y en Sudáfrica, además, se ve obligada a cargar con el fardo de un favoritismo absoluto, un peso que no tuvo que llevar en la Eurocopa. La impresión general es que el grupo necesita un reactivo que le vuelva a meter en el carril de la confianza. Si lo encuentra, tendrá mucho ganado. Porque lo normal es que, a medida que pase el tiempo, España vaya a más. Eso sí, para que pueda pasar el tiempo y mejorar, 'La Roja' no puede permitirse otro fallo. Ya no le queda margen de error. Se ha gastado hasta el comodín del público. El Mundial se ha convertido para ella en una verdadera Copa del Mundo. Y Honduras le espera en treintaydosavos de final. Así se lo debe plantear.

Navas o Torres

¿Dónde puede estar la reacción? La lógica apunta al centro del campo. Del Bosque ha confiado mucho en Busquets, un jugador que da mucho equilibrio, pero quizá lo sacrifique ante los 'catrachos', dejando solo a Xabi Alonso, para poner arriba más picante, el que faltó en Durban pese al carrusel de remates y llegadas, y la posesión estratosférica. Llegados a este punto, dos serían las opciones: Navas o Torres. El sevillano aporta desborde y dinamismo en la banda. No sólo es un cuchillo sino que está siempre enchufado, irradiando a su alrededor un campo de energía que atrae y moviliza a sus compañeros. Al seleccionador, además, siempre le han gustado los extremos. La opción de Torres también cobra cuerpo. España le necesita en su mejor versión y ésta sólo puede alcanzarla jugando. De ninguna otra. ¿Y si Del Bosque se decide por los dos dejando también a Silva en el banquillo? Tampoco hay que descartarlo.