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Gasol, un torrente de inteligencia

El español es uno de los cuatro únicos jugadores europeos de la historia que puede presumir de haber conquistado al menos dos anillos

AMADOR GÓMEZ
MADRIDActualizado:

"Ha tenido que luchar y sufrir mucho. Es una persona muy normal y positiva, muy honesta y trabajadora, que da un buen ejemplo tanto dentro como fuera de la pista, sobre todo a los chavales. Transmite valores que hay que potenciar entre los jóvenes". Así define el padre de los Gasol a Pau, ya uno de los cuatro únicos jugadores europeos de la historia que puede presumir de haber conquistado al menos dos anillos. Una gesta más en la imparable carrera de una estrella mundial que a poco más de tres semanas para cumplir 30 años no se ha olvidado del espíritu de sacrificio y la humildad, a quien la fama y el éxito no se le han subido a la cabeza. Por ello es aún más grande.

Mide 2,15 metros, pesa 118 kilos y dispone de una envergadura de 2,29, pero por encima de su físico, el ala-pívot catalán es un torrente de inteligencia. A su talento, poder de intimidación, movilidad, velocidad o versatilidad añade una extraordinaria capacidad para leer el baloncesto y resolver las situaciones más comprometidas. Lejos de la cancha también destila profesionalidad, disciplina y afán de superación que le permiten mantenerse muy centrado, a pesar de que ya es una leyenda y se ha garantizado, sólo por contrato con los Lakers, alrededor de 50 millones de euros más hasta 2014, casi 17 por temporada. Será a partir del próximo año uno de los cinco mejor pagados de la NBA, cuando cumpla la anterior renovación que firmó con Memphis, antes de "la donación" -como la calificó Kobe Bryant- que hicieron los Grizzlies a los Lakers al traspasar al mejor jugador español de la historia.

Cuando Pau tenía 18 años y debutó en el Barça 'sólo' llegaba a los 2,12, con 89 kilos. Al terminar la temporada 1999-2000, antes de llevarse la Liga ACB y la Copa y dar el salto a la NBA que algunos consideraron precipitado, su preparador personal, 'Pepiño' Casal, consiguió que ganase dos centímetros y nueve kilos. En la Liga norteamericana ha crecido todavía más como jugador y se ha hecho merecedor, separando siempre su vida deportiva de la privada, del respeto que reclamaba. Incluso en los míticos Lakers, donde uno se arriesga a ser devorado por las envidias y la crítica. Se ha rebelado contra las acusaciones de "blando" que le golpeaban y le indignaban, y también frente a aquellos que criticaban su supuesta debilidad mental en los partidos y los momentos decisivos.

Con galones

Es un líder, y cuando ha tenido que tirar de galones y dar un puñetazo en la mesa, ha sido contundente. Así lo hizo durante los Juegos de Pekín, cuando España se tambaleaba tras una primera fase con muy malas sensaciones y durante una dura reunión previa a los cuartos de final tomó la palabra para llamar al orden a sus compañeros y exigirles el máximo. Él y la selección, al borde del ridículo, se estaban jugando continuar con opciones de medalla olímpica, y su ascendencia sobre el grupo surtió efecto. Pero no se quedó en palabras. Encabezó en la pista el cambio de actitud de España y su aportación fue espectacular para alcanzar la final olímpica, un reto que se le había puesto entre ceja y ceja. Como un oro en el Eurobasket que nunca había conseguido España hasta la cita del pasado año en Polonia.

No se puede ignorar ahora que Kevin Garnett "le pasó por encima" en la final de la NBA de 2008 y, sobre todo, en el último partido de aquella lucha, como reconoció entonces su entrenador, Phil Jackson, pero Gasol se ha vengado por fin del ogro de los Celtics. Se ha machacado para ser mucho más duro, progresar en defensa, y ha conseguido mantener a raya a poderosos pívots en su camino hacia los dos anillos. Sin la fuerza física de 'bestias' que en teoría eran insuperables para él bajo los tableros, anuló en su primera final victoriosa a Dwight 'Superman' Howard, y en la segunda, pese a llegar exprimido, también se ha erigido como un gigante en la pintura. En sus inicios como azulgrana comenzó como alero, pero tanto en los Lakers como en la selección ha debido alternarse como 'cinco' y ala-pívot ('cuatro'). Las circunstancias o las lesiones de otros le han desplazado de posición, pero casi siempre ha respondido.

Las desgracias

Aparte del oro olímpico, la Copa de Europa es el único título que le falta. Volverá en los Juegos de Londres y, si nada se tuerce, también regresará al Barça para retirarse cuando acabe su etapa en la NBA, porque es culé y el club azulgrana es el que tiene sus derechos. Desgraciadamente, se perdió la final del Mundial de Japón 2006 al romperse el menique de su pie izquierdo en las semifinales contra Argentina, decididas a cara o cruz en los últimos segundos mientras él lloraba en el banquillo. Pero sus compañeros tenían una deuda con él y no le fallaron. También se ha visto perseguido por otras desgracias: la apendicitis que le privó del 'All Star' de la ACB, la amigdalitis que sufrió en vísperas de su primer 'All Star' de la NBA, la fascitis plantar que le dejó fuera del Eurobasket de Serbia...

Esta temporada ha sufrido sus dos primeras lesiones musculares, pero pese a ello ha disputado hasta 88 partidos sólo en la NBA y ha debido renunciar al Mundial de Turquía para no poner en peligro su físico. Otro estigma le perseguía hasta 2009, y no sólo en Estados Unidos. Antes de la final del Europeo de Polonia, en las anteriores que había jugado con la selección absoluta -no con la júnior-, salvo en la histórica de Pekín, fracasó. Sumó 36 puntos -la mayoría en 'minutos de la basura'- contra Lituania en el Europeo de Suecia 2003, y no sirvieron para el oro; y en la historia queda el balón que escupió el aro sobre la bocina en el de Madrid 2007 ante Rusia, con Gasol desencajado, bajo máxima presión, y con una estadística para olvidar: 14 puntos (con 3 de 12 tiros de dos y 5 de 12 tiros libres). Aquello ya es pasado. Quién se lo iba a decir a aquel blanco, débil, delgaducho y tímido adolescente que hace nueve años, en Memphis, acompañado de sus padres y hermanos, se atrevió a desafiar al mundo. Hoy es el planeta el que se rinde ante él.