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El «marxismo-leninismo» del PP
Por un día, el fútbol acapara la atención de los diputados en los pasillos del Congreso en detrimento de la sesión de control al Gobierno De la Vega acusa a los populares de utilizar todos los disfraces ideológicos
MADRID. Actualizado: GuardarLos guiños del PP a un electorado alejado de su zona de influencia ideológica se han convertido en munición para el PSOE. La sesión de control parlamentario de ayer al Gobierno mostró un desangelado cara a cara entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, que tal vez reservan fuerzas para ulteriores citas más decisivas. Más incisivas se mostraron las segundas espadas. Soraya Sáenz de Santamaría se sumó a las referencias político-históricas de otros dirigentes populares y acusó al Ejecutivo socialista de practicar el despotismo «endeudado», que no ilustrado, al adoptar medidas «a costa de los españoles, pero sin los españoles; a costa del pueblo, pero sin el pueblo». La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, también tiró de sarcasmo y espetó a la portavoz popular que «al final van ustedes a abrazar el marxismo-leninismo», comentario que provocó la carcajada de la bancada socialista y comentarios por lo bajini sobre el pañuelo palestino de Dolores de Cospedal o el nuevo título de «partido de los trabajadores» que se arrogan los populares. «Y además, se quedarán tan panchos, qué pena», sentenció De la Vega.
Pero la enjundia en esta ocasión no estaba en el hemiciclo, estaba en los pasillos, y el motivo no era político, era futbolero. Todo giraba en torno al España-Suiza, que finalmente acabó en decepción, aunque tuvo una previa esperanzadora. Varias televisiones hicieron una porra con políticos. La mayoría de ellos se mojó y dio un resultado. Esta vez demostraron que no había colores y que estaban en total sintonía con los ciudadanos: todos los encuestados apostaron por una victoria de España. El dos a cero fue el resultado más repetido. Y aunque había unanimidad sobre el triunfo, algunas de sus señorías quisieron dejar su firma política en la respuesta. Joan Herrera de Iniciativa per Catalunya bautizó a 'la Roja' como «el Hispano-Barça» por aquello del nacionalismo y la abundancia de jugadores del campeón de Liga en la selección. José Bono, en su papel más institucional, recurrió a una de sus 'frases célebres'. «Yo siempre quiero que gane España, en fútbol también». Eso sí, pocos confesaron sus planes sobre si seguirían o no toda la retransmisión.
También los hubo que afirmaron anteponer el deber a la devoción, como Gaspar Llamazares que adelantó que no podría ver el encuentro por televisión. Eso sí, se decantó por un resultado de tres a uno que, finalmente, también resultó ser una quimera.
La luz
En el hemiciclo, entretanto, el tedio era la nota predominante, pese a que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy cruzaron algunos mandobles. El líder del PP interpeló al presidente de Gobierno sobre una cuestión que interesa al común de los mortales, el pago del suministro eléctrico en los hogares. Rajoy utilizó su tiempo para describir un panorama que, por más que pueda ser real, dicho de carrerilla suena a guión de película de terror. El líder del PP recordó que el Gobierno ha congelado las pensiones, ha bajado el sueldo de los funcionarios, ha subido el IVA y todo ello con 4,5 millones de desempleados. «Y ahora, además, le va a subir la luz», remachó.
Zapatero recurrió a las grandes cifras y recordó que el actual modelo lo impulsó José María Aznar al que responsabilizó, de forma indirecta, del déficit de tarifa de 18.000 millones de euros que acumula el país por aplazar durante muchos años la subida de las tarifas. «Vamos, que la culpa la tiene el PP», apostilló Rajoy con su habitual retranca gallega.
José Bono, el árbitro de estos debates semanales, no cambió ni un ápice su liturgia pese a que el principal partido de la oposición amagó el martes con solicitar que una comisión parlamentaria investigase su patrimonio. Bono fue escrupuloso con los tiempos y, cada vez que se formó alguna algarabía, pidió respeto para el orador, independientemente del color de su formación. El PP, de momento, no ha formalizado tal exigencia, aunque reclama a la Fiscalía General del Estado que responda de una vez a la «denuncia formal» que presentaron contra Bono.
Cinco comparecencias
Pero el fútbol era el rey de la jornada y el Mundial de Sudáfrica también alteró la actividad vespertina en el Congreso, con reuniones de cinco comisiones parlamentarias. Las ministras de Igualdad, Vivienda y Sanidad, que no son seguidoras del balón, tuvieron que comparecer en la hora del partido, entre cuatro y seis de la tarde. Sin embargo, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Blanco colocaron sus comparecencias a la una y a las seis de la tarde. Un horario que permitió a ambos ver el partido. Los populares prometieron cumplir con sus obligaciones y sacrificarse porque entienden que el Gobierno apostó este miércoles por el 'pan y circo'.