El triunfo del soberanismo flamenco
La NV-A de De Wever cosecha unos resultados históricos en las legislativas, que la confirman como la formación más votada
BRUSELAS. Actualizado: GuardarLos independentistas flamencos de la Nueva Alianza Flamenca (NV-A) lograron ayer un triunfo espectacular en las elecciones legislativas de Bélgica, confirmando las expectativas que anticipaban para esta joven formación política (nació en 2001, aglutinando a personalidades diversas de un movimiento independentista flamenco desaparecido aquel año, la Volksunie o Pueblo Unido) una cosecha de votos en el norte del país superior al 25%, algo nunca antes conseguido por un partido político de su género.
De acuerdo con estimaciones todavía provisionales, la NV-A habría obtenido en torno a un 30% de los votos en Flandes, lo que la confirmaría como el partido más votado no sólo en el norte, sino en el conjunto del país. Los socialcristianos de Yvers Leterme, con quienes la NV-A formó coalición hasta después de las elecciones de 2007, cuando el entonces primer ministro comenzó a moderar el discurso separatista que compartía con Bart de Wever, quedaron muy por detrás, con unos resultados provisionales del 17,5%.
El descalabro electoral de los socialcristianos flamencos constituye una derrota histórica, ya que esta formación ha sido la línea conductora de la política belga desde la posguerra, a pesar incluso de que la crisis de los pollos contaminados con dioxina en 1999 los llevó a la oposición, rebasados por los liberales de Guy Verhofstadt y su Open-VLD.
Precisamente este partido, que dirige actualmente Alexandre de Croo, vástago de Hermann de Croo, político liberal flamenco de viejo cuño, y a quien se deben estas elecciones anticipadas por haber forzado la caída del gobierno pentapartito de coalición que dirigía Leterme, pagó ayer su precipitación, al verse relegado a la tercera posición en Flandes, con un 14,5% de los votos.
La extrema derecha separatista del Vlaams Belang quedó en cuarta posición, con un 12,5%, mientras que la Lijst Dedecker, una formación también de derecha radical y discurso económico extremista, quedaba relegada a un 3%.
En el otro lado del país, Valonia, y en Bruselas, zonas ambas de habla francesa, el Partido Socialista que dirige Elio di Rupo se erigía como claro triunfador dejando muy detrás a sus principales competidores, los liberales del Movimiento Reformador (MR) que dirige el ya muy contestado Didier Reynders, y a los humanistas (ex socialcristianos francófonos) de Joëlle Milquet.
Una primera lectura de estos resultados evidencia que en Flandes, el electorado ha desertado no sólo de las formaciones políticas clásicas en favor del radicalismo de De Wever, sino también de las más populistas, como el Vlaams Belang o la Lijst Dedecker.
Imagen sólida y unida
En el sur, en cambio, los socialistas han sabido presentar una imagen sólida y unida, más dialogante con el norte flamenco que los humanistas o los liberales, lo que les acredita como los futuros interlocutores de De Wever. La semana pasada, habida cuenta de que la mayor parte de las estimaciones apuntaban a los resultados de ayer, ya hubo contactos entre independentistas del norte y socialistas del sur. El líder de la NV-A, incluso, ha reconocido que podría aceptar un primer ministro francófono -Di Rupo, con toda probabilidad-, dadas sus escasas posibilidades de formar coalición con otros partidos francófonos.
Bart de Wever, gran triunfador de las legislativas, tiene como principal misión reformar el actual Estado belga. El líder de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) desde 2004, cree en un sistema confederal porque «Bélgica se ha convertido en dos democracias diferentes». Los francófonos tanto de Valonia como de Bruselas le temen, mientras que en Flandes es el político mejor valorado. El historiador accedió a la dirección del N-VA con el 95% de los votos, aunque hay que decir que era el único candidato.
Nacido en Amberes en 1970, procede de una familia tradicionalmente nacionalista. Audaz comunicador, explota un discurso populista que acusa a los parados valones de vivir a costa de Flandes. Con alegatos directos -en ocasiones polémicos- y una imagen de persona culta e inteligente (a lo que contribuyó su exitoso paso por un concurso televisivo de cultura general), el líder del N-VA ha logrado no dejar a nadie indiferente y despertar, al mismo tiempo, grandes apoyos e importantes antipatías entre los flamencos. Tanto es así que los periódicos francófonos ven en él al anticristo, para regocijo suyo.
Conservador y ultraliberal, sus promesas electorales en el terreno de la economía y la creación de empleo han sido cuestionadas por miembros de su propio partido. La fuerza más votada ha protagonizado una espectacular subida, al igual que la popularidad de su máximo dirigente. De Wever ha conseguido seducir a unos votantes desencantados con los grandes partidos tradicionales y aprovechar además el declive de la extrema derecha nacionalista. El político conservador habla abiertamente de un Flandes independiente en un próximo futuro.
Y a pesar de que en la región los separatistas declarados apenas alcanzan el 10% de la población según las encuestas, su gran éxito ha sido obtener el apoyo de muchos otros, que ven en él al líder capaz de cerrar de una vez por todas la reforma institucional en la que flamencos y francófonos llevan años estancados. Ante la perspectiva de imponerse en los comicios, suavizó su lenguaje y comenzó a jugar la carta del estadista responsable, pero sin renunciar a la división de Bélgica, que pretende alcanzar progresivamente. Ahora se enfrenta al problema de encontrar socios de gobierno. Algunos analistas prevén que, en caso de bloqueo, la única opción pase por dar el poder a un francófono, un escenario inédito en las últimas tres décadas.