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CARTAS AL DIRECTOR

Rendir armas

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La que se ha armado porque en la procesión del Corpus en Toledo no se han rendido armas ante el «Santísimo» ni ante la bandera, ni la banda ha podido tocar el himno nacional, según los nuevos reglamentos militares aprobados por el Gobierno con el visto bueno del Vicariato General Castrense. Desde mi punto de vista como creyente en Jesús de Nazareth y en su Evangelio, no se puede entender que en los tiempos que corren pretendamos mantener unos procedimientos totalmente obsoletos, sin sentido, desfasados. No me gusta para nada el papel de la oposición política porque parece quedar estancada en el siglo XIX cuando interpela en el Senado «que explicara la ministra por qué los cadetes no pudieron rendir honores ni saludar a la Custodia, la bandera nacional y tampoco al himno de España». ¡Dios mío, qué lenguaje! Jesús no necesita la presencia de las Fuerzas Armadas que lo protejan porque él no quería espadas: «Simón mete tu espada en la vaina». ¿Qué sentido tiene la presencia de la bandera nacional en una manifestación estrictamente religiosa como se supone que es la fiesta del Corpus? ¿Qué sentido tiene tocar el himno de España? La verdad, uno se queda perplejo. Parece que como estas cosas siempre se han venido haciendo así, deben seguir existiendo para siempre. Es la inercia la que nos lleva a seguir manteniendo este tipo de actos. Tampoco entiendo que el Gobierno no tenga fuerza suficiente para ser más consecuente y dejar de mezclar lo religioso con el estamento militar plantándole cara a la Iglesia. Para ello la supresión de los actuales acuerdos Iglesia-Estado sería un paso importantísimo a dar, más que la nueva Ley proyectada de Libertad Religiosa. No debieran participar las «autoridades» en las procesiones por el hecho de serlo. Deben participar los que de verdad encuentren sentido a participar en esa manifestación religiosa porque sientan así su religiosidad. Nada más. Ni entiendo a la Iglesia que fomente esta mezcolanza de cosas. Por otra parte, habría que leer las lecturas del Evangelio de la fiesta del Corpus para encontrar ahí el verdadero sentido cristiano de esta fiesta. Ahí no se habla de celebraciones religiosas, sino de «compartir» el pan con el que no lo tiene. Compartiendo, se colma el hambre de aquellas miles de personas que seguían a Jesús, se les hacía de noche y no tenían nada para comer. Este sí que debiera ser el verdadero significado de la fiesta del Corpus. Seguro que entre todos podríamos conseguir eliminar el problema del hambre en el mundo.

juan cejudo caldelas.