HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE
Si alguien pensaba que de esta crisis íbamos a salir airosos es que se estaba fumando los brotes verdes. No tiene otra explicación.
Actualizado:Bueno. Todo llega, que decía el otro. Pongan derecho su asiento, recojan la mesa plegable, abróchense el cinturón, no olviden su equipaje de mano y revisen sus pertenencias no vaya a ser que algo se pierda. Esto es todo, amigos. Hasta otra. Éramos ricos y tomábamos gambones en el aperitivo, y atábamos a los perros con longaniza, y nos íbamos de crucero -bueno, de esa cosa que nos vendían las agencias- y comprábamos pisos «para una inversión», como si todos nos hubiéramos criado con Amancio Ortega. Vivíamos bien. El Estado nos pagaba por tener hijos, nos medio perdonaba las hipotecas y se llevaba de viaje a nuestra suegra por la patilla. Éramos los reyes del mambo. Nos dieron un pisito, un pellizquito para el coche, no teníamos que comprar los libros del colegio de los niños, el comedor nos costaba menos de un euro, no teníamos que pagar las medicinas, nos dieron ordenadores portátiles gratis y hasta los más gamberros se sacaron un dinerillo diciéndole al consejero de turno que se iban a portar bien y que se quedarían en el instituto un añito más. Teníamos quien nos cuidara a la abuela, una segunda y tercera opinión médica, si el sieso de turno no nos había convencido lo suficiente y hasta conseguimos una pensión por no haber doblado el lomo más que lo preciso. Bienvenidos al paraíso, nos decíamos los unos a los otros.
Pero ¡ay!, nos ha durado lo que el casting de 'Se llama Copla' en Jerez. En pocos segundos había que demostrar lo bien que dominábamos aquello de «la luna que yo pía, la luna que me dan», que decía María de la O -ya saben, la desgraciaita que lo tenía tó-. Y no hemos superado ni la primera fase. Bastaron pocos segundos para que el jurado nos dijera que cantando así, no íbamos a ninguna parte. A ninguna. Porque si alguien pensaba que de esta crisis íbamos a salir airosos es que se estaba fumando los brotes verdes. No tiene otra explicación. Y me sabe mal ahora contestar con lo de «se veía venir» -por cierto, que también se veía venir lo de Valcárcel y ya nos lo han dicho, hasta el 2017 como pronto- pero es que el globo tenía que explotar por alguna parte.
Se acabó la virtualidad. ¿Se acuerdan del chiste de Jaimito y su pregunta sobre lo real y lo virtual? Ea, pues su padre acaba de darle la respuesta. Tan terrible como la que Angela Merkel nos soltó el otro día en la cara «El que paga, manda» -ay, qué tiempos en los que nos movíamos en los terrenos del cliente que siempre tenía la razón-. Y manda que nos pongamos a dieta, tanto, que no vamos a tener más remedio que alimentarnos con lo que sobre de los brotes verdes que la ministra nos tenía prometido. Un festín. Es difícil acostumbrarse a ser pobre de nuevo. Porque nadie sabe cifrar a cuánto se cotizaba el rico en este país. Según lo publicado en Expansión, la renta media de este país tampoco es para tirar cohetes, y está más cerca de lo que Cáritas considera un pobre que de otra cosa. Ahí está el asunto. Que nadie se autocalifica de pobre en este país donde hasta las gallinas ponían huevos de oro. Y ahora, asustados porque el Banco Mundial considera que la situación económica en España es muy grave -como si no nos hubiésemos dado cuenta- se apresura Griñán a presentar una batería de medidas, quizá para aligerar el peso de su conciencia, que no hacen sino cabrear más al personal. A buenas horas se da cuenta el Presidente de que las dietas, las entidades instrumentales y los coches oficiales se podían reducir, a buenas horas, después de que anunciar que la plantilla de personal estará congelada hasta 2013 -mejor, así contratan a menos gente para el Bicentenario-, y que se subirá el IRPF a las rentas más altas, y reducirá el gasto sanitario. Total, que del «llamadme Pepe» podríamos pasar a llamarlo otra cosa. Pero si no nos queda dinero, nos queda dignidad -al final acabaré diciendo «exorno», también- y la dignidad nos lo impide.
Van cayendo las cosas no por su propio peso, sino por lo que habían engordado en otros tiempos en los que se tiraba con pólvora ajena. Europa nos estaba prestando dinero y nosotros nos lo estábamos gastando en merendonas. Ahora Europa se ha dado cuenta de que andábamos de juerga como la cigarra de la fábula y que nuestro nivel de déficit fiscal y de deuda pública nos sitúan en un terreno pantanoso, el de los UE-5 -que es la nueva forma de llamar a los PIGS para que no resulte tan denigrante. Hoy Europa no nos fía, mañana tampoco. Y nosotros no nos fiamos de quienes nos gobiernan, que nos sobran televisiones municipales, asesores, ministerios, subvenciones. Que nos sobran los Julián Muñoz, las madres de la Campanario, y las Belén Esteban. Que nos sobra desconfianza y nos falta hasta el aire que respiramos. Mal asunto.
¿Dónde dejamos olvidada la cordura? Nadie lo sabe, quizá por eso ya no nos cuesta tanto reconocernos en el espejo. Quizá por eso, Jimmy Jump, sus tonterías, su bochornosa actuación y su minuto de gloria ante Eurovisión nos recordaron tanto a Zapatero ante quienes nos juzgan ahora. Lo único que quería era que alguien le tomase en serio. Pobre hombre. Que no es lo mismo, ya lo sabe, que hombre pobre. Qué le vamos a hacer.