Un mural recuerda en Londonderry a las catorce víctimas mortales del 'Domingo Sangriento'. :: REUTERS
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La verdad del 'Domingo Sangriento'

Soldados británicos podrían ser juzgados por matar civiles en el Ulster durante una manifestación en 1972

LONDRES. Actualizado: Guardar
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El diario británico 'The Guardian' anunció ayer que la investigación oficial sobre los sucesos del llamado 'Domingo Sangriento' de 1972 en la ciudad norirlandesa de Londonderry, o Derry, afirmará el próximo miércoles cuando se haga pública que algunas de las catorce víctimas mortales de los disparos de soldados del Regimiento Paracaidista fueron tiroteadas de forma ilegal.

La investigación, que ha costado más de doscientos millones de euros y que ha durado doce años, no es un tribunal, pero su presidente, lord Saville, es un juez que ha analizado documentos oficiales, recabado testimonios e interrogado, con ayuda de un panel y de abogados de las partes interesadas, a testigos de los hechos, incluidos el antiguo primer ministro Edward Heath o el ex jefe del IRA Martin McGuinness, con el fin de presentar un retrato veraz de lo ocurrido.

Si, como afirma el diario, el informe de Saville, que se presentará el martes en Derry a los familiares de las víctimas, y algo más tarde, por el primer ministro, David Cameron, al Parlamento, afirma que hubo muertes ilegales, la Fiscalía del Estado tendrá entre sus manos una decisión compleja sobre si debe o no iniciar un proceso contra los soldados implicados y sus mandos.

Los testigos convocados por la encuesta de Saville recibieron la promesa de inmunidad para prestar declaración libremente, sin riesgo de autoinculparse. Parece por eso difícil que la Fiscalía decida ahora procesar a testigos a los que se ofreció esa garantía. Sería además dificultoso llegar a un nivel de prueba fehaciente sobre sucesos que ocurrieron hace cerca de cuarenta años.

El 'Domingo Sangriento' de Londonderry, el 30 de enero de 1972, fue uno de los acontecimiento más notorios en el inicio del conflicto norirlandés. Soldados del Regimiento Paracaidista, que habían sido enviados a la región para apoyar la tarea de la Policía local, desbordada por los disturbios sectarios y formada fundamentalmente por protestantes, causaron trece muertes instantáneas -una decimocuarta persona murió meses después- e hirieron a otras trece, en su mayoría a lo largo de los diez minutos en los que la unidad del Ejército disparó indiscriminadamente contra los manifestantes.

El Gobierno británico encargó a un juez investigar lo sucedido pero su informe fue percibido como un documento hipócrita, en el que se exoneraba a los soldados de toda responsabilidad y se achacaba a unidades del IRA el inicio de la refriega con armas. El 'informe Widgery' aun así reconocía que había algunos casos límite, en los que los manifestantes murieron por disparos por la espalda.

El afán de Mo Mowlam

En el principio del proceso de paz, políticos nacionalistas pidieron al Ejecutivo de Londres que rectificase lo que había quedado como un motivo de hondo rencor por sus electores. Tony Blair anunció la apertura de la investigación oficial, que encomendó al juez Saville, del más alto tribunal británico, entonces el de los Lores y ahora conocido como el Supremo.

Jonathan Powell, quien fue secretario del ex primer ministro laborista y principal negociador con Sinn Fein en nombre de Londres, escribe en su memoria del proceso de paz que la ministra para Irlanda del Norte, Mo Mowlam, escribió a Blair diciéndole que era necesario investigar el 'Domingo Sangriento'. Downing Street se oponía en principio a ello, pensando que una petición pública de perdón sería suficiente. Pero cedió ante el consejo de Mowlam y la presión «de los irlandeses».

Powell recuerda que «Martin McGuinness me dijo en una conversación privada unos años después que no sabía por qué lo hicimos: él creía que una petición de perdón hubiese sido suficiente». «El objetivo era -explica el antiguo secretario de Blair- demostrar a los nacionalistas y republicanos que tratábamos a todos por igual y que el Gobierno ya no tenía nada que ocultar. Tuvo ese impacto al principio pero nos arrepentimos».