CÁLCULO DE RESISTENCIA
Actualizado:El que resiste gana». Cela, que hizo casi un eslogan de esa certidumbre suya, lo repetía mucho. Aunque no me gusta discutir con nadie más de cinco minutos escasos, con Camilo eran prolongables. ¿Tú crees que ganaron los de Sagunto y Numancia?, le preguntaba. Quizá él llamaba resistir a aguantar con entereza las situaciones malas, siempre que tengamos alguna esperanza en su mejoría. «Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya», pero ¿qué pasa cuando se dilata la derrota? Los boxeadores que acaban sonados hablando solos y haciendo sombra con su propio fantasma, son los que en el argot pugilístico se denominan «grandes encajadores».
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, estuvo en la Moncloa hablando con Zapatero y le llevó unas latas de anchoas, lo que no es un soborno, sino un detalle. Creo que se ha hecho mal en revelar la conversación. «Nos puede caer tan gorda que yo no abandono el barco. Yo aguanto hasta el final, pase lo que pase», pone en boca del presidente. Mejor hubiera sido que se comieran allí mismo las anchoas para tener cerrada la boca. El problema no es conocer el límite de resistencia del Gobierno, sino del pueblo. Resistir no es vencer, sino perder votos. Crecen los rumores sin que los riegue nadie, ya que el descontento está sembrado y la cosecha puede ser espléndida. Es malo que se disparen los rumores porque hay muchas balas perdidas y los tiros pueden salir por la culata. ¿Se quitarán ministerios o se quitarán a los que trabajan en ellos y se les colocará en otro sitio? Es pronto para saberlo, pero es tarde para reducir la crisis con medidas que debieron tomarse antes. Las resistencias heroicas son admirables y pasan a la Historia, pero necesitan que las pasen canutas los que las sufren. Van a ser los mismos. Aunque se amplíe el cupo no pueden faltar.