AMA DOMINANTE
Actualizado: GuardarSi la señora Thatcher era de hierro, hasta el punto de decirse en las cancillerías que usaba «tres en uno» como desodorante, la señora Merkel es duro aluminio. No podemos preguntarnos qué pasaría si las mujeres gobernaran porque ya lo sabemos: disminuirían los huérfanos de guerra y aumentaría el bienestar hogareño. Además doña Angela es alemana. Cuando era una niña sus compatriotas divididos por pena en dos, idearon el eslogan más emocionante de la historia de la publicidad: «Si quiere ver nuestras ruinas, dese prisa». Ahora el campo es más extenso, ya que se trata de evitar el descalabro de Europa.
El Gobierno alemán ha impuesto el recorte mayor de gastos desde la posguerra. Merkel ha empuñado el látigo y se ha calzado las botas altas. Mucho cuero. Eso es lo que nos promete si queremos impedir que nos convirtamos en el hipódromo de los jinetes del Apocalipsis. La cosa está más chunga de lo que parece y las apariencias no engañan. El Eurogrupo exige perentoriamente a España la reforma laboral y la del sistema de pensiones. Lo que ocurre es que dudan de nosotros. No saben si seremos capaces de salir de la crisis, en cambio, a los españoles no nos cabe la menor duda de que ellos saldrán de la suya.
¿Por qué en vez de fichar a magníficos futbolistas extranjeros no fichamos políticos solventes? No nos importaría ni el precio, ni que las negociaciones fueran largas. ¿Qué pueden valer un buen presidente del Gobierno y un buen presidente de la oposición? Quizá adquiriendo a los dos juntos nos podrían hacer una rebaja. Tampoco estaría de más comprar hinchas que supieran por qué aplauden cuando aplauden y por qué insultan cuando insultan. Puestos a pedir, habría que pedir sindicalistas de verdad. De esos que no se compran ni se venden. Como dice la copla qué pasa con el amor.