John Irving regresa con una historia perturbadora en la América profunda
El estadounidense critica la cultura de la violencia, porque perpetúa más actos de violencia
BARCELONA.Actualizado:Aunque asegura que no se trata de una novela política, John Irving (New Hampshire, 1942) rinde cuentas con la América profunda en 'La última noche en Twisted River', la duodécima obra de uno de los escritores estadounidenses de mayor proyección internacional en la actualidad.
Los protagonistas de esta historia de amor y amistad, obsesión y tragedia son Dominic Baciagalupo, un joven viudo que trabaja como cocinero en un asentamiento maderero del norte de Estados Unidos, y su hijo Daniel, de doce años. Una noche ocurre algo inesperado, un suceso tan terrible que Baciagalupo no tiene que pensar mucho para tomar la única decisión posible: huir, escapar de Twisted River con su hijo antes de que salga el sol y los acontecimientos se precipiten. A lo largo de cinco décadas, Dominic y su hijo se verán obligados a cambiar varias veces de nombre y de ciudad, lo que sirve a Irving para realizar un retrato crítico, violento y perturbador de su país.
«Con esta novela vengo a decir que los actos de violencia tienen tendencia a perpetuar otros actos de violencia», señaló ayer en Barcelona durante la presentación del libro. «Eso es cierto en todo el mundo, añadió, pero socialmente forma parte de una cultura de frontera, y eso es lo que es Norteamérica», afirmó. En cambio rechaza que su obra anticipe el declive del imperio americano como apunta uno de los personajes de la novela. «No creo que sea mi labor la de predecir el futuro. Mis novelas sólo describen cómo piensan y viven los americanos».
Y es que, según cree, «es imposible hacer una novela actual en EE UU sin que los personajes sepan algo del 11-S y del Gobierno de Bush». «Pasó igual en los 60 ó los 70 con la guerra del Vietnam», añadió. Aun así, explicó que de las doce novelas que ha escrito, sólo dos son políticas: 'Las normas de la casa de la sidra' y 'Oración por Owen'. «Lo que allí se dice sobre Vietnam y Reagan es lo que yo pensaba, igual que con 'Las normas de la casa.' y el aborto», explicó. Sin embargo, insistió, que en su última novela «no hay ningún personaje que hable en mi nombre, esta obra no es política». Además, señaló que la historia llevaba en su cabeza 20 años, «mucho más tiempo que cualquier otro».
Tampoco cree que sea autobiográfico, a pesar de que el personaje del niño que huye con su padre se haga escritor. «Le doy parte de mi biografía, pero su vida es opuesta a la mía. Yo he tenido mucha suerte; él todo lo contrario, tiene la vida menos afortunada imaginable». Asimismo, negó con cierto aire cansino lo que el califica de moda: «Antes nadie me preguntaba sobre lo elementos biográficos de mis novelas. Eso pasa ahora, es un fenómeno nuevo desde medidos de los 90. Es una pregunta recurrente, pero esta creencia de que algo real será más interesante no la entiendo. Ni Dickens ni Shakespeare tenían interés en contar historias reales». La obra contiene referencias al futuro y a la infancia: «Entre estos dos elementos se desarrolla toda la trama. Ni el futuro ni la infancia se hacen más pequeños».
Experiencias
Si bien el libro está plagado de referencias a libros anteriores del autor de New Hampshire, Irving cree que es algo casual. «Ejerzo un gran nivel de control como novelista, pero nadie controla sus obsesiones, son ellas las que te controlan. Cuanto te despiertas a las cuatro o cinco de la mañana con algo que escribir, no controlas lo que tienes en la cabeza», dijo. «Hay mucha narrativa que llega así», añadió. Y acabó citando una vez más a Shakespeare. «Me gustaría preguntarle por qué en sus obras aparecen tantas reinas y reyes o a Sófocles por qué insiste tanto con el incesto». «Hay una larga tradición de escritores que se repiten, no sé por qué pero es así», concluyó.