El espejo alemán
La canciller impone un drástico recorte para asegurar el futuro del país
Actualizado:Las exigencias de ajuste fiscal y reformas estructurales que la Unión Europea viene planteando a España se revistieron ayer de especial autoridad al conocerse las restricciones que el Gobierno de Angela Merkel ha decidido aplicar a las cuentas públicas de su país. Hoy, que los sindicatos tienen convocada una huelga en la función pública, España no tiene más remedio que mirarse en el espejo alemán. Y debe hacerlo por doble motivo. En primer lugar, porque es la comparación con la deuda pública germana la que determina la prima de riesgo que soporta nuestro país, que ayer llegó a situarse en los 203 puntos básicos de diferencia. El hecho de que Madrid deba abonar un 4,59% de interés a quienes se hagan cargo de nuestra deuda, frente al 2,56% que compromete a Berlín, da cuenta de la onerosa situación en que se encuentra la financiación de nuestro presupuesto. Situación que se agrava aun más en cuanto a los compromisos a corto plazo, y que se extiende a la cobertura del riesgo de impago de la deuda española. En segundo lugar, que la primera economía europea se disponga a reducir 80.000 millones del gasto social y de la inversión pública durante éste y los tres próximos años da cuenta de la preocupante situación por la que atraviesan los socios de la Unión, que llevó ayer a la canciller Merkel a presentar tan drásticas medidas con una llamada realmente dramática: «Tenemos que asegurar el futuro de nuestro país». Llamada a la que se suma el anuncio de «dolorosos recortes» por parte de David Cameron para el Reino Unido. Tras semanas de urgir a los socios periféricos de la UE para que redujesen el déficit público y situaran las condiciones de recuperación competitiva de sus economías, el Gobierno alemán ha concretado en qué consistirá su ingente esfuerzo, anunciando nada menos que la desaparición de 10.000 empleos públicos, la reducción en un 2,5% de las retribuciones del resto de funcionarios, y la implacable rebaja de las partidas ya consignadas. El ejemplo alemán puede acrecentar la desconfianza hacia una España sumida en una reacción no solo tardía, si no que además se obstina en dilatarse en el tiempo. Lo que apunta sobre todo a la responsabilidad del Gobierno; pero también atañe al uso partidario que de tan difícil momento está haciendo la oposición popular.