LA VERDAD Y OTROS ADVERSARIOS
Actualizado: GuardarLos relojes parados han vuelto a dar la hora exacta dos veces al día y la hora de España es la de enfrentarse a la verdad. Un temible rival, ya que no se desanima nunca y siempre acaba por ganar el combate. Decían los antiguos griegos, que entonces sí que lo eran, que la verdad yace en un pozo. Quizá por eso le es tan difícil salir a flote. Los griegos no tienen el problema de buscarla: se han dado de bruces con ella. También los húngaros. ¿Qué ha ocurrido?, ¿es que la verdad anda suelta? En España no tenemos más remedio que mirarla frente a frente sin bajar la vista de los libros de contabilidad. Ha llegado el momento de dar la cara y nuestros políticos, que disponen de una gran superficie facial, se ven obligados a plantearse preguntas en vez de regalarnos respuestas falsas.
No hay más luz que la bombilla del interrogatorio, pero puede cegarnos a todos. ¿Podemos sostener las autonomías?, ¿sobran virreyes más o menos catetos?, ¿hay más consejeros que oídos por donde entren y salgan alternativamente las recomendaciones? El problema es cómo reencontrarse con la verdad. Llevamos tanto tiempo sin verla que no podemos identificarla, pero está bien hacer preguntas. ¿Para qué sirven las Diputaciones? acaba de formularse José Blanco, nuestro ministro de Fomento. Ni los más sabios del lugar pueden contestar esa pregunta, ya que los más sabios han logrado colocarse en las Diputaciones y no les conviene confesar que se han convertido en un asilo de zombis, algo así como la fosa común de algunos políticos en estado de merecer que van allí para ver cómo trabajan unos cuantos honrados funcionarios.
La verdad da miedo. Juega en desventaja con respecto a la falsedad, que es múltiple, mientras que ella es única, pero nuestros relojes marcan su hora. Les ha dado cuerda Obama.