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Las estrellas que nunca jugaron un Mundial

Di Stefano, Best y Cantona, entre otros, se perdieron la gran cita del fútbol por distintos motivos

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Se dice que la Copa del Mundo es el punto máximo de la carrera de un futbolista, una especie de El Dorado, su gran aspiración, la culminación de una carrera. También se asegura que al torneo más relevante del planeta acuden los mejores, los hombres más destacados de cada país. No siempre es así. Grandes jugadores, faros de una era, ídolos de una nación, se han quedado sin la oportunidad de luchar por la preciada Copa Jules Rimet. En ocasiones, por lesión. Otras, por diferencias con su seleccionador. En algunos casos, porque su combinado se quedó en el camino. Y los más, debido a que nacieron en un lugar en el que el fútbol carece de tradición o en el que la pobreza manda más que el balón.

Existen, en este sentido, muchas estrellas que no brillaron en un Mundial. Demasiadas, algunas que causan cierta sorpresa, como Alfredo di Stéfano. Sí, la 'Saeta Rubia' nunca plasmó su exquisita calidad, su excelente olfato anotador, en este campeonato. Y eso que defendió a tres selecciones: su Argentina natal, Colombia y España. La primera ocasión se le presentó en 1950, en Brasil. Sin embargo, la Federación albiceleste impidió al combinado viajar al país vecino por un conflicto con su homóloga y organizadora del evento. Cuatro años después, no se clasificó para el torneo de Suiza, igual que España tampoco viajó a Suecia en 1958. Y cuando llegó su gran oportunidad, cuando ya oteaba su estreno en Chile'62, una lesión en el penúltimo partido de preparación le dejó en la cuneta. Eso sí, Helenio Herrera, entonces seleccionador, le dejó que formase parte de la expedición e incluso le inscribió con el número 6, como demuestran las actas oficiales.

La mala suerte, por tanto, apartó a uno de los 'cracks', a uno de los cuatro mejores futbolistas de la historia, según un catálogo de la FIFA de 2004. Hay más ejemplos de pésima fortuna. Como el de Ladislao Kubala, socio de Di Stéfano en el combinado y enemigo en la Liga. También militó en tres selecciones (Hungría, donde nació, Checoslovaquia y España) y también un percance físico le dejó fuera del campeonato sudamericano de 1962, pero se resarció como técnico de España en Argentina'78. Aunque la peor cara la padeció Duncan Edwards, integrante de aquella tropa mítica del Manchester United, los 'Busby Babes'. Este extremo zurdo se salvó de aquel trágico accidente de avión en febrero de 1958, sin embargo, dos semanas después falleció por las heridas sufridas. Para muchos, hubiese sido el timón inglés en varios campeonatos.

El 'gafe' del United

Edwards militaba en el United, un equipo al que parece perseguirle un 'gafe' con el torneo que arranca este viernes. Muchas grandes futbolistas de los 'Diablos Rojos', estrellas, líderes, jugadores que han firmado una época, se han quedado sin Mundial. Ahí están, por ejemplo, George Best, Ryan Giggsy Eric Cantona,entre otros. Los dos primeros, junto al mítico Ian Rush (Liverpool) y Craig Bellamy (Liverpool, West Ham y ahora en el City), representan a esos futbolistas que serían internacionales en cualquier combinado, pero que nacieron en un rincón sin potencial como Gales. El enclave británico, en este sentido, sólo se ha presentado en la fase final de un Mundial. Y fue allá por 1958, cuando acabó sexta: cayó en cuartos contra Brasil, a la postre campeón. «Gales es un país demasiado pequeño. Somos pocos y es difícil hacer un equipo de calidad», acepta Giggs. A Best, Balón de Oro en 1968, el hombre que dio la primera Copa de Europa al United, le sucedió algo similar. Él, en cambio, nació en Irlanda del Norte, otro lugar con escasas presencias en la fase final de la Copa del Mundo, ninguna entre 1966 y 1974, periodo de efervescencia de esta estrella, apagada por el alcohol, que se quedó sin ese gran torneo. «Jugar un Mundial fue una de tantas cosas que me perdí en la vida», reconoció antes de morir.

Igual que el ghanés Abédi Pelé, uno de los primeros africanos que despuntó en Europa. Ex del Marsella, con el que recaudó una Liga de Campeones, este centrocampista disfrutó, al menos, de la conquista de la Copa de África. Algo que no le ocurrió a George Weah. El liberiano maravilló en el Milan, el París Saint Germain y el Mónaco. Se llevó el Balón de Oro en 1995. Era una pantera en el área, pero en su país existen cosas más importantes que el fútbol. «El Mundial nunca fue una decepción para mí. Simplemente se trata de algo inalcanzable», se ha consolado este hombre volcado con las causas humanitarias. Otros, como Jari Litmanen, Finlandia, también se quedaron sin conocer el 'glamour' de este torneo por su procedencia.

Por sus compañeros

En cambio, Cantona, temperamental, no viajó a un Mundial por su carácter. Nunca tuvo una buena relación con sus técnicos -llamó «montón de mierda» a Henri Michel-, a excepción de Platini que le permitió disputar la Eurocopa de 1992. Nada más. Francia no se coló en Italia'90 ni EE UU'94 y en el Mundial que se organizó en el país galo le robó el puesto la generación comandada por Zidane. Otro tanto les ocurrió a sus compatriotas David Ginola yJocelyn Angloma, y a Bernd Schuster, otro ejemplo de soberbia en un terreno de juego. Una lesión le apartó de España'82, y al año siguiente anunció que abandonaba la selección alemana por problemas con sus colegas, la federación y el entrenador. Una joya, vamos.

También los hay que odiarán a sus compañeros: Marc Le Tissier, inglés, 'chocó' con Shearer, Andrew Cole y Sheringham. Y el holandésJesais Swart(217 goles y 8 ligas con el Ajax) se topó con la 'naranja mecánica'. Son estrellas, por tanto, cojas, como admitió el Balón de Oro del pasado año, multipremiado, elevado a los altares. «Para entrar en la leyenda también hay que ganar un Mundial». Palabra de Leo Messi, llamado a despuntar, a brillar como el que más, en Sudáfrica.