La defensa de Israel
La fuerza no puede ser el único recurso para asegurar su derecho a existir como Estado
Actualizado:El derecho a la existencia del Estado de Israel es una obligación histórica de la comunidad occidental, aunque sólo sea como mínima reparación de las humillaciones, persecuciones y genocidio al que fue sometido su pueblo durante siglos. Resulta inadmisible e intolerable cualquier cuestionamiento del Holocausto, mejor llamado Shoa, y de sus aspiraciones a una nación libre y con fronteras seguras. Por su experiencia histórica y el abandono internacional que sufrió durante el genocidio nazi, resulta totalmente justificable que el pueblo israelí, rodeado de un océano árabe hostil, sólo se fíe de sí mismo y de su fortaleza para defenderse. Sentados estos principios, no obedece a sentimientos antisemitas el considerar que el Estado de Israel, desde hace tiempo, ha optado por el camino de la fuerza como recurso absoluto para resolver sus problemas. La actuación de sus tropas de elite contra la llamada 'flotilla de la libertad' ha sido el último episodio de una serie de actuaciones extremas y sangrientas que sólo pueden provocar estupor y condena. La exhibición de tirachinas como armas mortales y barras de hierro improvisadas frente a un comando especializado israelí armado hasta las cejas y entrenado para hacer frente a cualquier eventual agresión resulta irrisorio. Como dice el sabio escritor israelí Amos Oz, la fuerza es eficaz sólo como medida preventiva para evitar la destrucción de Israel, no como forma de aplastar los problemas y las ideas contrarias. Israel no debe bajar los brazos; tiene enemigos que pueden poner en peligro su existencia, con Irán en primera línea, pero también puede suponer un grave riesgo el considerar que sólo con la violencia puede resolver su futuro. Palestina, como Israel, tiene derecho a un Estado y su población, en especial la de Gaza, no puede ser cotidianamente humillada, masacrada y condenada a unas condiciones de vidas míseras e inhumanas. Los dirigentes israelíes deben reflexionar y pensar, como la Historia ha demostrado, que los equilibrios de fuerza no son eternos y que buscar la coexistencia pacífica con sus vecinos es la mejor fórmula para asegurar su futuro.